Cultura

Leer en casa para formar experiencias inolvidables

En días recientes hice una pregunta en mis redes sociales: ¿Cuál fue el primer libro completo que leíste? Como era de esperarse, hubo un amplio catálogo de menciones a libros clásicos de la literatura (sobresale “El Principio”, todo un reto para las mentes infantiles) y sobre todo ligeras explicaciones sobre los contextos en que se leyeron esos libros.

Fue muy grato conocer esas experiencias, porque en mucho revela los gustos de las generaciones representadas en las respuestas: una generación de padres optó por dar a sus hijas “Mujercitas” (1868), de Louisa May Alcott, la historia de cuatro mujeres en el contexto de la Guerra Civil de los EE.UU., y a sus hijos, “Hombrecitos” (1871) de la misma autora, todos guías-modelos de conducta.

Hubo quien se aventuró en las historias de Sherlock Holmes, escritas de Conan Doyle, o en las intrépidas fabulaciones de Emilio Salgari; hubo pocas alusiones a la literatura en español, predominaron las antologías de los hermanos Grimm y las lecturas didácticas escolares; historias cortas, historias sencillas para los más pequeños, pude deducir. Me conmovió el apego a los contextos de esas lecturas: tardes soleadas en casa, vacaciones de verano, horas de esparcimiento al lado de los padres que trabajaban… cada quien conserva la emoción de sus lecturas estrechamente ligadas a las circunstancias en que leyeron.

Esas respuestas me dan pie a pensar que en las niñas y los niños la lectura es una experiencia que sólo puede darse en un ambiente de confianza y tranquilidad, pues las emociones que puede llegar a suscitar una historia requieren, en muchos casos, la cercanía de otro ser humano para explicar un comportamiento, responder dudas sobre palabras y situaciones descritas e incluso consolar a quien se ha conmovido vivamente.

Por eso, aprender a leer por placer requiere la guía y asistencia de alguien más que ya pasó por esa experiencia; implica la paciencia para comenzar una y otra vez, tal como se insiste en pedalear la bicicleta en el parque… Leer es un camino de aprendizaje también, pero con la cualidad superior, para mí, de ser dinámico, pues una vez aprendido continuará toda la vida con lugares y vidas distintos a los de nuestra realidad más próxima, con lo cual ese camino se vuelve interminable.

Visto así, el libro es un gabinete de maravillas. El único límite es el abandono del hábito de leer por placer, lo cual depende de numerosos contextos, de ahí que en la casa y en la escuela se requiera reforzar una y otra vez la lectura, pues sus resultados inciden positivamente en la vida futura de cualquier escolar. De ahí que leer en casa deba ser una actividad cotidiana; tener libros, una costumbre, y comentarlos, una sana rutina.

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Porfirio Hernández
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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