La cuestión del trabajo es una de las más importantes en toda sociedad. Cuando se publicó le encíclica "Rerum novarum", en 1891, este era un punto clave sobre el que el papá León XIII quiso aportar una luz que permitiera mejorar las condiciones de vida ante las dificultades generadas por los grandes cambios producidos por la Revolución industrial.
Uno de los aspectos que debe abordarse en este tema es el relativo al descanso, preguntándonos su sentido y finalidad, porque es claro que no es posible un trabajo ininterrumpido. Pero, ¿Para qué trabajamos? Responder a esto sería este el primer paso hacia la comprensión del descanso. Naturalmente nos damos cuenta que con el trabajo lo que se busca es satisfacer las necesidades humanas, primeramente las necesidades básicas, pero, sobre ellas muchas otras más. Ahora bien, al satisfacer tales necesidades se generan bienes de diversa índole y el destino de esos bienes es que el ser humano los disfrute. El descanso implica el disfrute de lo que se ha obtenido en el trabajo.
El ser humano, sin embargo, ni produce los bienes sólo ni los disfruta solo. Esto añade un elemento capital al tema del descanso, esto es, el de la necesidad de compartir con los semejantes en el disfrute de esos bienes y, todavía más, en la misma convivencia con el prójimo, comenzando por la familia.
Le relación del descanso con la libertad se halla en que la esclavitud significa la privación del descanso y, con ello, del goce de los frutos del trabajo. Cuando en el libro del Deuteronomio, de la Biblia, se habla del descanso del sábado, que los cristianos hemos pasado al domingo, se recuerda el tema de la esclavitud de la que el pueblo hebreo fue liberado de Egipto.
Entonces se puede comprender el sentido de lo que nos propone el "Compendio de la doctrina social de la Iglesia" que es una propuesta antropológica interesante no sólo para los cristianos, sino para cualquier hombre de buena voluntad: "Liberar del mal, practicar la fraternidad y compartir, significa conferir al trabajo su significado más noble, es decir, lo que permite a la humanidad encaminarse hacia el Sábado eterno, en el cual, el descanso se transforma en la fiesta a la que el hombre aspira interiormente. Precisamente, en la medida en que orienta la humanidad a la experiencia del sábado de Dios y de su vida de comunión, el trabajo inaugura sobre la tierra la nueva creación".