La Semana Santa ha concluido este pasado domingo en que los creyentes celebramos la resurrección de Jesucristo. El impacto de las ceremonias rebasa el ámbito religioso y se extiende a lo social y cultural. Son días asociados a las vacaciones, porque se suspenden el trabajo y las clases. Las tradiciones y costumbres para estos días en muchos pueblos y ciudades son notables y atraen a los creyentes en general, pero también a turistas, investigadores, sociólogos y otros estudiosos, fascinados por ellas.
Lógicamente, aparte de los aspectos antropológicos, sociológicos y otros de este tipo, lo que se celebra encierra, desde el punto de vista tanto religioso como filosófico, su propia profundidad. Los misterios celebrados en Semana Santa, destacando el triduo pascual, son fundamento de reflexión y meditación para los cristianos y ocupan un lugar central en la fe. Por lo mismo, son fundamento y dan sentido al obrar, es decir, a la moral cristiana que, antes que ser reglas, consiste en vivir lo que se cree.
El "Compendio de la doctrina social de la Iglesia" está orientado al obrar, a la acción, pues se halla en el campo de la moral, por lo cual nos habla de solidaridad, justicia, ecología, y muchos temas parecidos; pero podemos notar que, en la estructura del mismo "Compendio", lo relativo a las obras y enseñanzas de Cristo, y en especial lo relativo a su pasión y resurrección se hallan en la base de todo lo demás.
El "Compendio" comprende doce capítulos, con su introducción y su conclusión. El primer capítulo se titula "El designio de amor de Dios para la humanidad" y toca precisamente los temas que dan fundamento a los siguientes once capítulos, presentados como un proceso de salvación que culmina en Jesucristo. Por ello comienza con el tema de la acción liberadora de Dios en la historia del pueblo de Israel, naturalmente vista de modo muy sintético en una interpretación que busca mostrar lo más relevante de ese periodo.
Una vez visto esto, se pasa al tema de Jesucristo como cumplimiento del designio de Dios e, igualmente de forma sintética, se le presenta como acontecimiento decisivo en ese designio.
Así pues, puede decirse que los cristianos consideramos nuestra acción social como sostenida por los misterios de la vida de Jesucristo. Ser solidarios con los demás, buscar la justicia, promover la dignidad humana, buscar la paz, defender la vida, etcétera todo cobra para nosotros sentido más profundo a la luz de la fe.
Pedro M. Funez Díaz