El pasado jueves 23 de octubre, los reyes de Inglaterra, en visita oficial a la Santa Sede, después de la audiencia privada con el sumo pontífice participaron en una oración con el papa León XIV. Más tarde intercambiaron unos ejemplares de orquídeas como símbolo del compromiso por el cuidado de la creación. La visita se destaca por algunos aspectos particulares que conviene tener presentes.
El rey de Inglaterra es asimismo la mayor autoridad de la Iglesia Anglicana. Desde tiempos de Enrique VIII, la Iglesia Anglicana se separó de Roma, y por tanto de la obediencia al papa, a causa de los problemas que se generaron por la intención del rey de separarse de su esposa, Catalina de Aragón, y unirse en matrimonio con Ana Bolena. Sin entrar al análisis de las cuestiones históricas, el hecho de que estos reyes participen en una oración como lo han hecho en esta ocasión es un importante signo de acercamiento que no se había dado anteriormente.
Las posturas anglicanas en el terreno de la fe, la moral, la liturgia y otros aspectos, se habían considerado de un modo muy general cercanos a los de la Iglesia Católica, sobre todo si se comparan con las de los protestantes, ya sean luteranos, calvinistas u otros. Sin embargo, con el tiempo, los anglicanos se han distanciado todavía más de la Iglesia Católica. Por ello es notable que se haya dado este encuentro de la forma en que indicamos.
La cuestión, siendo eminentemente religiosa, comporta una dimensión social e incluso política indudable. Aunque no pueden vislumbrarse signos del restablecimiento de la unidad eclesial, por lo menos se puede augurar que las relaciones entre ambas instancias sean amistosas y no de confrontación. Además, hay que tener en cuenta que el anglicanismo es oficial en Inglaterra, junto con la Iglesia de Escocia en dicho país.
Tratar de excluir de los discursos relativos al bien común la dimensión religiosa no nada más impide la comprensión de la historia, sino la importancia real de la religión en la conformación actual de los pueblos y naciones, así como también impide que la dinámica propia de esta dimensión, presente en prácticamente todas las culturas, aporte su contribución a la construcción de una sociedad más digna del hombre.
En lo social conviene tener presente, por tanto, la situación religiosa de la sociedad y, por lo mismo, ser conscientes de los diferentes actores de este campo. Conviene entender la Iglesia Católica y la Anglicana, que hemos mencionado, pero también el protestantismo, la Iglesia Ortodoxa y muchas otras ramas cristianas, así como otras instancias religiosas que se distribuyen en el mundo.