Desde el punto de vista cristiano, la caridad es la mayor de las virtudes y un criterio que orienta la acción moral también en el ámbito social; pero no puede separarse de otros dos criterios imprescindibles en el desarrollo, que son la justicia y el bien común. En efecto, la caridad no es un vago sentimiento, sino una fuerza que mueve hacia el bien y, por lo mismo, supone estos otros criterios. La caridad se llama virtud teologal porque su primer referencia es a Dios, pero al referirse a él, lleva también necesariamente la referencia al prójimo.
Benedicto XVI explicaba aquello de "ubi societas, ibi ius", es decir, donde hay sociedad, ahí hay derecho, diciendo que "toda sociedad elabora un sistema propio de justicia". Ciertamente, los seres humanos al vivir en sociedad, necesitamos establecer normas y esto se refleja en que, desde antiguo, al establecerse las primeras civilizaciones y la escritura, se crearon los primeros códigos, como el de Hammurabi, en Babilonia.
La caridad supone, pues, la justicia pero va más allá de la justicia. Si obrar justamente significa dar a cada quien lo que le corresponde, actuar con caridad es un paso más adelante, consiste en dar de lo propio. Benedicto XVI observa entonces que "no puedo dar al otro de lo mío sin haberle dado en primer lugar lo que en justicia le corresponde", lo cual nos permite comprender la relación entre ambas virtudes, de modo que no es posible la caridad si no se ha cumplido la justicia. Una persona caritativa es, ante todo, justa con los demás.
Otra observación sobre este punto es que no puede establecerse la relación entre estas dos virtudes considerándolas como si fueran caminos paralelos o alternativos. En realidad, la justicia es inseparable de la caridad, es intrínseca a ella. Por eso la justicia era para Pablo VI la medida mínima de la caridad.
Se comprende por ello la conclusión de Benedicto XVI: "Por un lado, la caridad exige la justicia, el reconocimiento y el respeto de los legítimos derechos de las personas y los pueblos. Se ocupa de la construcción de la 'ciudad del hombre' según el derecho y la justicia. Por otro, la caridad supera la justicia y la completa siguiendo la lógica de la entrega y el perdón. La 'ciudad del hombre' no se promueve sólo con relaciones de derechos y deberes sino, antes y más aún, con relaciones de gratuidad, de misericordia y de comunión. La caridad manifiesta siempre el amor de Dios también en las relaciones humanas, otorgando valor teologal y salvífico a todo compromiso por la justicia en el mundo."