Muchas veces se encuentran en los artículos políticos o económicos, así como en las conversaciones sobre este tipo de temas, los términos “derecha” e “izquierda” para distribuir las posiciones básicamente en relación a dos polos. Para buscar mayores matices se pueden agregar otros determinantes, y resultan entonces expresiones como izquierda radical, extrema derecha, o se habla también de “centro”, que puede ser centro izquierda o centro derecha.
Ciertamente este modo de organizar las diferentes posturas ofrece alguna utilidad, por algo se siguen usando, pero al mismo tiempo puede esconder aspectos importantes que no cuadran o no se pueden reducir a solamente dos polos o a un cierto continuo entre dos polos. Así como no todo puede clasificarse como blanco o negro o, en su caso gris claro, gris oscuro, etcétera, porque existen el rojo, el azul, el amarillo y otros, así tampoco es posible englobar con izquierda o derecha todas las propuestas políticas y económicas que se proponen.
La utilidad del uso de dos términos opuestos se encuentra solamente en aquellos casos en los que la cuestión se sitúa en una sola línea, es decir, algo cuya respuesta puede ser solamente sí o no. Si se trata de más términos con una graduación entre ellos, entonces la respuesta puede ser todo, mucho, poco o nada. El problema se complica cuando la cuestión nos sitúa no en una sola línea, sino en varias. Valga como comparación una gráfica bidimensional en la que queremos representar una realidad tridimensional (como nos sucede con los mapas del mundo).
En las cuestiones políticas y económicas confluyen además otros factores, ante todo culturales, por lo cual resulta muy difícil enfocar las posiciones en una sola línea, por así decirlo. De este modo, a veces se nos presentan diversos problemas de diverso orden de manera conjunta y se atribuye al conjunto como una respuesta de derecha o de izquierda, tal vez con otros determinantes para señalar puntos intermedios. Si se analizan las posiciones presentadas en conjunto sucede que necesitaríamos muchas otras perspectivas de clasificación. Pongamos por ejemplo que alguien considera muy importante el problema ecológico, por lo que bajo ciertos modos de hablar sería una persona de izquierda; pero esa misma persona podría sostener que el Estado no debería intervenir en la economía, por lo cual se diría que es de derecha.
Puede ser práctico a veces usar la clasificación basada en dos polos, pero se necesita ser conscientes de sus limitaciones a la hora de revisar adecuadamente cada problema porque, como dice el papa Francisco, “La realidad simplemente es, la idea se elabora. Entre las dos se debe instaurar un diálogo constante, evitando que la idea termine separándose de la realidad. Es peligroso vivir en el reino de la sola palabra, de la imagen, del sofisma. De ahí que haya que postular un tercer principio: la realidad es superior a la idea”