Cualquier evento social, por privado que sea, fácilmente deja de serlo gracias a los teléfonos celulares: son excelentes cámaras de video. En relación con lo ocurrido la semana pasada en la UNAM, muchos videos muestran la historia: encapuchados rompiendo vidrios de Rectoría y arrojando al espejo de agua las letras blancas de aproximadamente un metro de alto, que conforman la palabra “autonomía”. Usualmente, junto a ellas, muchos estudiantes se toman “la foto” para mostrar su pertenencia a la UNAM.
En uno de esos videos, se escucha el grito de uno hombre que dice: “Ahí está su puta autonomía”: esa frase es clave. Con “ahí está”, ese individuo se refería a que la palabra “autonomía” ya no estaba en su lugar: la arrojaba al agua. Pero la clave está en la expresión “su”; adjetivo posesivo singular, apócope de “suyo”, antónimo de “nuestro”: “su” autonomía es suya, no nuestra; “su” autonomía es de ustedes los universitarios, no de nosotros. Tan es así que, ante ustedes, que tanto la valoran, nosotros la degradamos e insultamos: “ahí está su puta autonomía”.
El video muestra cómo luego los estudiantes se alejan bajando las escaleras junto al espejo de agua. Poco después se ve a un estudiante discutiendo fuertemente con un encapuchado: se forman bandos, se hacen de palabras, hay gritos, pero afortunadamente no llegan a los golpes, se separan y los estudiantes se alejan.
Otros videos continúan la historia: estudiantes sacan las letras del agua. Al hacerlo, una chica encuentra la resistencia de los encapuchados y cae. El video muestra a los paramédicos de la UNAM atendiéndola; ella se ve bien, pero repite sin cesar: ¿cómo es posible que crean que hacer eso es muy chingón?
Contra los porros era la marcha y porros llegaron de fuera: delataron su extranjería al hacer lo que hicieron y al gritar “su” autonomía. No existe un solo estudiante de la UNAM que no esté dispuesto a defender la autonomía. Llegaron de fuera y la pregunta es: ¿de parte de quién?
La UNAM está bien y está fuerte: trabajamos, enseñamos, aprendemos, estudiamos y compartimos todos nuestros eventos con el resto de la sociedad.
La UNAM está bien y está fuerte: déjenos vivir en paz.