La semana pasada en la Cámara de Diputados la bancada del PRI propuso engañosamente que se disminuyera una partida importante del presupuesto que se dedica al pago de la deuda del Fobaproa para restaurar Acapulco.
Lo más grave de la propuesta fue utilizar la desinformación sobre el Fobaproa de las nuevas generaciones y que es menester aclarar.
El término Fobaproa tiene sus orígenes en el Fondo Bancario de Protección al Ahorro que el gobierno mantenía en el Banco de México para simular que, efectivamente, nuestro país podía auxiliar a deudores de la banca en caso de la eventual quiebra de un banco. Pero estaba vacío.
Cuando la crisis bancaria del 95 nos explotó en la cara, el gobierno no contaba, pues, con recursos para solucionarla. En cualquier crisis los recursos son necesarios para salvar a los ahorradores devolviendo la solvencia de los bancos con capital fresco que los banqueros mexicanos no tenían, por lo que fue menester abrir la banca mexicana al capital extranjero.
Pero la banca extranjera exigió que a cambio de capital, el gobierno limpiara los bancos de carteras incobrables. Como no había con qué limpiar esa cartera, el Congreso tuvo que autorizar que el gobierno federal se quedara con esas carteras incobrables y las sustituyera por deuda pública en el activo de los bancos, misma que aun seguimos y seguiremos pagando por muchos años por venir.
Todas las crisis bancarias del mundo cuestan al erario. El problema fue que el costo pudo haber sido menor si no hubieran vaciado en las carteras incobrables créditos de algunos empresarios y banqueros que debieron ser asumidos por sus deudores originales.
Las carteras cedidas fueron auditadas hasta donde se pudo, porque en el proceso de auditoría se dio el cambio de partido en el poder al PAN, quien frenó el proceso amenazando con encarcelar al presidente de la Comisión Nacional Bancaria de entonces, parando de facto las auditorías en curso y dejando unos libros blancos inconclusos.
Obviamente, si no pagamos la deuda quebramos nuestro sistema bancario. Pero para cerrar el tema deberíamos terminar esas auditorías y eliminar prescripciones para que los cedentes de carteras improcedentes paguen al Estado sus compromisos con la banca, disminuyendo ahora sí la deuda del Fobaproa.