Política

Las palabras deplorables

Aunque a veces nos falten, tenemos palabras para nombrar mucho de lo que nos rodea. Por ello, con frecuencia, nos topamos con palabras raras, precisas, rebuscadas, detonadoras, benevolentes, huecas, largas, malévolas, pícaras, danzarinas, impronunciables, escurridizas, pegajosas, cortas y, entre otras más, con palabras deplorables.

Hablar de las rebuscadas, malévolas, impronunciables o benevolentes tiene poca gracia, porque las identificamos con suma facilidad. Quién duda que esternocleidomastoideo o birlibirloque son palabras impronunciables, que hipopotomonstrosesquipedaliofobia es una palabra larga o compasión y gratuidad son benevolentes.

El problema viene con las raras porque aparentan cierta sencillez, pero esconden una complejidad asombrosa. Van dos ejemplos.

Justicia es una palabra rara. Habiendo sido pronunciada tantas veces de modos tan diferentes, terminó por significar cosas asombrosamente distintas. Lo que una vez fue justo hoy no lo es; lo que es justo para algunos, es la injusticia encarnada para otros.

Lo mismo sucede con la palabra libertad. Hacer, dejar de hacer o tener la posibilidad de hacer, son expresiones de la libertad. Su rareza se constata en casos de personas estando recluidas en campos de concentración pudieron ser libres o, por el contrario, otras que se dicen presas sin tener ningún tipo de atadura que no pueda ser eliminada por ellas mismas.

Por el contrario, hambre e impunidad son palabras deplorables porque muchas veces están vinculadas a la muerte innecesaria, evitable, inexplicable e injusta.

Aun y cuando existe alimento suficiente para alimentar al doble de individuos que habitamos la tierra, más de 20 mil personas mueren cada día por causas asociadas al hambre. Conocemos el hambre, dice Martín Caparrós, estamos acostumbrados al hambre, la sentimos dos o tres veces al día, pero entre esa hambre repetida y saciada que vivimos, y el hambre desesperante de quienes no pueden con ella.

Lo mismo pasa con impunidad, una palabra deplorable, por sus efectos cínicos y terca omnipresencia. El ejemplo redondo se llama “caso Cienfuegos”. O, ¿me equivoco?

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Pablo Ayala Enríquez
  • Pablo Ayala Enríquez
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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