María Curie, la mujer polaca que viajó a Paris para convertirse en una científica destacada. Fue la primera persona en recibir en dos ocasiones el premio Nobel, en Física en 1903 y Química en 1911.
Ella es considerada la madre de la Radio Terapia. Durante la Primera Guerra Mundial María Curie tuvo que proteger y salvaguardar su descubrimiento “El radio”, para que no cayera en manos de los alemanes. En aquellos años miles de personas huían despavoridas de Paris; ahí es donde estaba el laboratorio de Curie.
El Radio era lo más preciado para la investigadora y un tesoro nacional para Francia. La profesora María Curie protegió con su propia vida 1g de radio; lo puso en una caja de plomo que detenía las invisibles y dañinas radiaciones.
Viajó en tren hasta que lo puso en manos del gobierno francés.
En el año de 1915 la científica recuperó el radio y lo puso al servicio de los enfermos heridos por la guerra. Fabricó tubos para poder emitir emanaciones de radio conocidas como “ampollas de radón”; las radiaciones servían para cauterizar y cicatrizar las heridas de guerra, evitando sangrados e infecciones posoperatorias.
Esto fue un inicio importante para el nacimiento del Instituto de Radio, donde se abrió para mutilados de guerra el “Servicio de Emanaciones” hoy transformado en lo que conocemos como “Servicio de Radioterapia” para pacientes con Cáncer.
Gracias a María Curie nació la radioterapia que es un gran avance en la lucha contra el cáncer.
El Instituto Curie estableció como regla, a petición de María, que serían admitidos todos los enfermos, cualquiera que fuera su condición social, porque no tenemos el derecho de negar los medios terapéuticos a ningún enfermo.
En el Instituto Curie está el jardín en el laboratorio- museo- donde trabajó María Curie; y hasta nuestros días siguen floreciendo los rosales que ella misma plantó.
Albert Einstein la visualizó así: “Madame Curie es la única persona a quien la gloria no ha corrompido”.