En nuestros días aparece comúnmente en las pláticas informales de café o restaurantes, el tema de las relaciones tóxicas.
Casi medio mundo ha sido víctima, o ha estado en contacto con personalidades de este perfil.
Una pregunta recurrente es ¿Cómo son las personas tóxicas? Esa pregunta intenta aclarar o descartar que se está tratando o no con una personalidad nociva y peligrosa.
La personalidad tóxica está dentro del grupo de Psicópatas; por supuesto, no se trata de los asesinos seriales, que también son psicópatas, sino de una psicopatía más universal y, aparentemente, suave, pero que resulta muy dañina para las víctimas.
Son mentes predadoras y sumamente perversas. En las relaciones interpersonales, los psicópatas son explotadores, manipuladores, falsos, presumidos y dominantes.
En lo afectivo, sus muestras de afecto son extravagantes, pero superficiales; quieren que todo mundo observe sus demostraciones de amor pero, en el fondo, son incapaces de establecer vínculos afectivos estrechos y duraderos.
Se aburren fácilmente, y no tienen remordimiento al mostrar su aburrimiento.
Por lo general, son impulsivos, y les fascinan las emociones fuertes e intensas; les gusta infringir y romper las normas, sin aceptar responsabilidades ni obligaciones.
Los psicópatas son parásitos emocionales; muy egoístas, no tienen ningún escrúpulo ante el daño amoroso o afectivo que producen en el otro.
Desde la infancia, su personalidad se va coloreando con tonos de frialdad y ausencia de culpa; suelen ser violentos e irascibles.
Esto sugiere que la fuente de la psicopatía tiene una carga hereditaria, o viene de fábrica.
Este perfil de personalidad es denominado comúnmente como narcisista; son sumamente peligrosos; se calcula que en la vida de cualquier persona, ésta se cruzará y topará con alguno de ellos, por lo menos con 20 narcisos diferentes.
Emocionalmente destrozan a sus víctimas; es muy difícil romper esa dependencia emocional; dejan a su paso un desastre emocional en sus víctimas. Inicialmente son encantadores y deslumbrantes; con el tiempo, mostrarán, invariablemente, su crueldad.
Por eso, valdría la pena colocar en cada esquina y poste de la ciudad, algún letrero tipo del “Viejo Oeste”, con la leyenda: “Se busca y ofrece recompensa por un narcisista; aléjese de ellos inmediatamente”.
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