Arnold Schwarzenegger, dentro de todas sus facetas polémicas, tiene dos que para mí son únicas y merecen admiración, la de fisicoculturista y la de motivador, en la cual tiene conceptos tan claros y pragmáticos como sugerir no hacerle caso a la gente negativa.
“Apártate de los que dicen que no se puede o de los que siempre están pensando negativos, cuando salí de Austria había mucha gente que me decía que no podría realizar mis sueños, si les hubiera hecho caso nunca habría llegado a donde llegué”, dice el siete veces Mr. Olympia en uno de sus discursos más motivantes y de los más visitados en las redes que se llama “una hora de charla motivacional con Arnold Schwarzenegger”.
El también ex gobernador de California asimismo puntualiza: rompe las reglas, no las leyes, pero sí las reglas, ten bien clara tu visión y tus metas y recuerda que nunca se llega a la cima con las manos metidas en las bolsas, hay que correr riesgos y atreverse.
En el mismo sentido, uno de los coaches integrales más cotizados y prestigiados en el mundo, Tony Robbins, en sus semanarios “Descubre el potencial qué hay en ti”, explica con toda claridad que solo con compromisos firmes, acciones masivas, mentalidad positiva, enfoque en la meta y siguiendo a los triunfadores, se puede lograr romper las barreras de las limitaciones propias.
Igualmente, uno de los más reconocidos escritores, expertos en filosofía contemporánea y psicología cuántica, Deepak Chopra, ha podido trascender sus pensamientos de que solo quienes se atreven a cuestionar los dogmas y están dispuestos a enfrentar la seguridad que viene de la incertidumbre, podrán encontrar la verdadera esencia del ser, tomando en cuenta que somos seres espirituales viviendo experiencias humanas.
Aunque son tres líderes de opinión de muy diferentes ámbitos, los tres coinciden en los conceptos fundamentales de la verdadera trascendencia, esa que está lejos de lo establecido socio culturalmente.
Evidentemente, existen factores de riesgo y de seguridad, además de un proceso para llegar a estos niveles de desapego y a la posibilidad de asumir los riesgos de aspirar a lo mejor siempre (Chopra dixit).
En mi experiencia trabajando en el desarrollo humano, está claro que tarde o temprano todos eventualmente deseamos evolucionar, aprender de lo vivido, poner en práctica nuestras nuevas capacidades y no repetir errores o movernos desde memorias pasadas, sino siempre buscando mejores versiones de uno mismo.
A veces son cambios drásticos como replantearse la vida para superar una adicción o algún trastorno emocional, en ocasiones son pequeños movimientos que generan grandes transformaciones para seguir creciendo y, en algunos casos es un proceso constante y permanente.
También es real que algunos prefieren evitar la incomodidad que sugiere cambiar, así sea para salirse de la zona de confort, por lo cual no todos aceptan el reto y se quedan en donde están, para bien o para mal.
Y por supuesto romper paradigmas sugiere cuestionar nuestras propias creencias, ocasionalmente romper con alianzas o tradiciones familiares, sociales y ancestrales, así como asumir que se pueden recibir críticas de quienes en sus proyecciones no desean cambiar sus modelos de vida.
Cómo dice Schwarzenegger, digámosle no a los que nos dicen que no y atrevámonos a ir por nuestros sueños una vez que los tenemos claros, aunque para ello haya que romper los paradigmas existentes con todo lo que ello implica.
Demos ese gran salto cuántico, atrevámonos, confiemos y hagamos acopio de todo lo que las experiencias de vida nos han enseñado.
En paralelo sembremos armonía y, citando a otro gran personaje, John Lennon, hagamos nuestra la bandera, la guerra terminó, demos una oportunidad a la paz, el mundo necesita amor y no balas.
Evocando a Benito Juárez y la paz en el respeto al derecho ajeno, atrevámonos a romper paradigmas en el camino a la alegría de vivir en plenitud, siendo auténticos y genuinos en un mundo tan diverso y en la aceptación de nuestras naturales diferencias.
Y si todos subimos nuestro nivel vibracional y continuamos soñando y procurando el bien, los nuevos paradigmas podrían traernos un mundo mejor y en paz.
Omar Cervantes Rodríguez