Cultura

Resiliencia

Aunque parece una palabra de moda y muy utilizada en las redes sociales, muchos quizás no entienden su significado o no saben cómo aplicarlo, como un término usado con frecuencia en procesos terapéuticos o de desarrollo personal.

En una búsqueda de internet en el diccionario de la Real Academia Española, resiliencia es la capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos.

En los tratamientos de adicciones, codependencia y otros trastornos obsesivo-compulsivos, además de lograr la abstinencia de la sustancia o conducta adictiva, uno de los objetivos que se persiguen es el de alcanzar la resiliencia de los consultantes cuando han vivido procesos traumáticos, han enfrentado crisis o albergan en su interior dolorosas heridas del pasado.

Apenas la semana pasada reflexionaba sobre esta capacidad que tenemos los seres humanos para reponernos y salir adelante como lo menciono en mi libro “Rendirse para triunfar: la alegría de vivir”, a propósito de un par de historias que recientemente estoy acompañando, cuando caí en cuenta de que mí último episodio crítico y perturbador se suscitó hace cuatro años en estas fechas y ahora, lejos de lamerme las heridas como alguien preguntó ayer, solo puedo darle gracias a Dios por todo lo que ha hecho en mi vida y en mi familia, cuando todo parecía nublado.

Como no creo en las coincidencias sino en que todo tiene un propósito, estuve precisamente trabajando en esta línea durante la semana y de hecho tuve una plática con mi hija sobre resiliencia y responsabilidad el sábado pasado, mientras que ayer, como cereza en el pastel, fue el tema abordado en la iglesia a la que acudo.

Se nos pusieron como ejemplos personajes bíblicos que son grandes casos de resiliencia como Moisés, José, David, Jonás, Pablo, Ruth, Esther y Job entre otros (a mí me llama poderosamente la atención Daniel y Gedeón), con el común denominador de haber vivido crisis y momentos perturbadores que cualquiera habría pensado que terminaría con ellos y que, por gracia de Dios, no sólo fueron restaurados sino que terminaron siendo testimonios de fe, de obediencia y de cómo la vida puede cambiar radicalmente.

Independientemente de las diferentes connotaciones que existen, para mí una persona resiliente es alguien que tiene una fe inquebrantable, persevera en lugar de mantenerse caído, agradece en vez de estarse quejando o lamiendo las heridas, confía, tiene una mente positiva y libre de pensamientos tóxicos o negativos y, habla cosas positivas para su vida y la vida de los demás.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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