Con mis mejores deseos para el segundo semestre de este 2024 y para este mes de julio que recién inicia, el séptimo mes del año corresponde al paso siete de alcohólicos anónimos: “humildemente le pedimos a Dios que nos liberase de todos nuestros defectos”.
Es el paso de la humildad, es el momento de reconocer que además de la adicción principal, todos tenemos muchos otros defectos que pueden estar deteniendo nuestro crecimiento y que el mismo Dios que nos ha ayudado a liberarnos de la despiadada obsesión por consumir, puede hacerlo con nuestras otras debilidades.
¿Por qué humildad? Porque además de la negación de que se tiene un problema con una adicción, normalmente existe una soberbia que trata de cubrir las inseguridades y los miedos del paciente por lo que le es difícil pedir ayuda a otras personas y mucho más a un Dios como cada quien lo conciba.
¿A qué otros defectos “de carácter” (como le llaman los AA) se refiere el paso? Los llamados “pecados capitales” son una buena guía para saber de qué hablamos.
Soberbia, ira, pereza, gula, avaricia, lujuria y envidia son estos siete “pecados” que normalmente están presentes en cualquier ser humano y que, en el caso de los adictos, pueden ser detonadores de una recaída, una neurosis o una vida con culpas.
No se trata de quedar blanco como la nieve y mucho menos de santificarse, pero sí de cambiar de juicios y actitudes, de la forma en que se ve la vida y de dejar a un lado la ingobernabilidad que es una base de los males.
En ocasiones incluso coexisten dos adicciones como, por ejemplo, alcoholismo y tabaquismo, por lo que al inicio debe enfocarse el abordaje en la de mayor gravedad y dejar que el tiempo indique el mejor momento de tratar la otra.
Si es una recuperación sólida y con buenas bases, poco a poco la persona irá creciendo y eligiendo los momentos para ser mejor en todos los sentidos y trabajar en todo aquello que le causa malestar físico, mental o emocional.