Cultura

Codependencia y desapego

Con mayor frecuencia de la que se pudiera imaginar llegan al consultorio personas con claros síntomas de codependencia, ya sea por convivir con algún adicto, con un paciente de alguna enfermedad crónica o porque están viviendo en una relación tóxica sin darse cuenta.

Aunque ya he escrito anteriormente en estos espacios sobre este síndrome o característica psicológica, como se le conoce normalmente, abordo nuevamente el tema porque es uno cada vez más recurrente y me parece que requiere de orientación.

Lo primero que sucede cuando menciono la palabra codependencia frente a alguien que ignora su existencia, es la necesidad de preguntar ¿y eso qué es?

Luego cuando ya les explico las características generales, viene la negación mediante frases contundentes como “yo no tengo esos síntomas”, “ni soy una persona con esas características”.

En algunas ocasiones me han dicho ofendidos u ofendidas que quien está enfermo (a), quien tiene el problema es su familiar y es quien necesita el tratamiento y no ellos, a quienes les estoy explicando qué es la codependencia.

En pocos casos de plano ya no regresan porque esperaban que el terapeuta cambiara a la otra persona y se sienten agredidos si se les insinúa que ellos (as) también ocuparían ayuda.

Ciertas personas quizás algo han escuchado de la codependencia, aunque suelen confundirla con dependencia emocional o tienen alguna idea no muy clara de lo que en realidad se ha estudiado sobre este conjunto de síntomas.

En una definición sin profundizar y sin rigor académico, para que sea entendida por cualquiera, la codependencia es el conjunto de síntomas psicológicos, emocionales e incluso físicos de una persona que se olvida de sí misma y de sus propias necesidades, cuyo valor depende de una tercera persona a la que normalmente desea cuidar, rescatar, salvar o controlar.

Una persona codependiente necesita que la necesiten porque su baja autoestima y su requerimiento de valoración externa le lleva a ponerse al servicio del otro, por encima de sí misma.

En el caso de las adicciones e incluso de otras enfermedades crónicas, el codependiente tiene la fantasía de que la otra persona se sentirá mejor o se recuperará, en la medida que sus cuidados y su “amor” causen efecto.

Como lo define Robin Norwood son las mujeres (u hombres) que “aman demasiado” hasta extremos patológicos para sí mismas.

La diferencia con la dependencia emocional es que mientras quienes tienen este trastorno le temen a quedarse solas y demandan la presencia afectiva de alguien más para “poder vivir”, los codependientes se vuelcan en la otra persona hasta extremos enfermizos que llegan a causarles malestares físicos como colitis, gastritis, úlceras, dolores musculares, tensión y múltiples síntomas psicológicos o psiquiátricos como la ansiedad o la depresión.

Una persona cuidadora del otro en extremo, con espíritu de salvador (a) o rescatador (a) que, tarde o temprano intenta ejercer control en la situación.

Son individuos que no saben poner límites y que en su necesidad de aprobación “aguantan” de todo mientras intentan rescatar. En las relaciones tóxicas de pareja, son aquellas con el característico “pégame, pero no me dejes”.

Para todas y todos a quienes les resuene este texto, la buena noticia es que la codependencia tiene solución y tan solo hay que buscar ayuda profesional para poder superarla.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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