En 2005, La Liga Contra el Racismo y el Antisemitismo, organización francesa, demandó a Yahoo! por permitir que sus usuarios comerciaran parafernalia nazi en ella, invocando el artículo del Código Penal francés que prohibe la portación o exhibición pública de insignias, emblemas o uniformes de organizaciones o individuos responsables de crímenes contra la humanidad.
Yahoo!, empresa constituida en Estados Unidos, argumentó en su defensa que sus actos eran ajenos a la jurisdicción territorial francesa pero perdió el caso en las cortes de aquel país. Sin embargo, recibió de la Corte Distrital del Norte de California una resolución judicial que le impedía cumplir con la sanción a que se había hecho cargo en Francia, al constituir la remoción de dicho material violación a la Primera Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos, que protege la libre expresión siempre que no constituya “amenaza creíble y verdadera en contra de un individuo, una organización o una institución identificables”. El contenido se mantuvo al aire.
Cito el precedente jurídico, referido por el criminólogo británico James Banks en un paper académico de 2010 disponible en línea –Regulating Hate Speech Online–, para mostrar lo fútil que resultaría cualquier esfuerzo por someter el entorno digital –incluidas las redes sociales, que es de lo que hablamos tras el veto de Twitter y Facebook a Trump– a una legislación nacional: la naturaleza de internet es global, por lo que cualquier intento de regulación eficaz deberá pasar de manera obligada por la legislación internacional.
Aun si limitado, existe un organismo encargado de esta función: el Convenio sobre Ciberdelincuencia, promovido en 2001 por el Consejo de Europa pero ratificado por 64 países (entre los que no se cuenta México), que busca fomentar la cooperación multilateral y público/privada para promover una regulación de internet garante no solo de la libertad sino de la legalidad.
Necesitamos participar de ese espíritu y ese debate. El gobierno, interesado en su propia agenda, no lo promoverá; queda la responsabilidad en quienes moramos en el entorno digital.
@nicolasalvaradolector