En el mes del orgullo, celebramos la valentía de todas estas personas que dejaron atrás sus privilegios provenientes de la heteronorma para proclamarse únicos, para decir que no planean seguir encajando en lo que se espera de ellos.
He reflexionado mucho la necesidad de establecer la orientación de sus prácticas sexuales públicamente y posicionarse en torno a ellas. Partiendo del típico "está bien que sea gay pero que afán de estarse luciendo", y bueno, querido, tu heterosexualidad es tan lustrosa que es la única opción que el Estado contempla para el matrimonio, el cuidado de los bienes y la salud pública.
Como el discurso feminista expone: lo personal es político.
Y con años de violencia y muerte a cuestas de todas las personas que decidieron salir de la heteronorma entiendo totalmente la necesidad de mostrarse, la necesidad de marchar, de organizar un boom masivo y mediático para incomodar, para visibilizar, para que lo que no se dice se grite en el rostro de la sociedad.
Uno de los temas que más manoseo al respecto es el de mis hijos. No quiero que ellos se asuman hetero solo porque socialmente es como estamos acostumbrados, quiero que ellos integren todas las opciones afectivas, sexuales y de género dentro de su autonomía, ¿cómo hacerlo?
Sostengo qué no debería existir el clóset. Debería ser normal que la sexualidad ajena no fuera tema de conversación de terceros.
Pero desgraciadamente es normal que los derechos sexuales de las personas sean violentados y ante eso no queda más que rebelarnos y plantar cara.
Opino que al momento de responder preguntas de nuestros hijos, lo malo sería dar por sentado que solo existe una opción única, cuando hay muchas más.
Por eso existe la necesidad de salir del clóset, las familias criamos dentro del clóset.
Yo quiero que él (ellos, cuando los demás empiecen a preguntar) esté fuera, siempre, consciente de la libertad de la que dispone sobre su cuerpo y sus elecciones.
Saquemos el clóset de nuestras familias. Abramos las puertas, eduquemos con autonomía sexual, en libertad y respeto del cuerpo de nuestros hijos que NO NOS PERTENECEN.
La única expectativa que tenemos derecho a esperar de ellos es que sean personas amorosas, porque estamos criando en consciencia para que eso pase, pero no deberíamos tener nada que decir con respecto a quien o quienes deciden amar.
