Cuando hablamos de resolver, hablamos de hacer sin que se te pida, hablamos de anticipación, previsión y pensamiento lógico eficiente con criterio adulto.
Me platicaba una amiga que tiene la desgracia casi Universal de haber procreado con un hombre que NO SABE RESOLVER, digo Universal porque las mujeres en México que viven siendo cabezas de familia y RESOLVIENDO, aunque el padre de sus hijos pase puntualmente una pensión, esta suele ser irrisoria y tratan las acciones más simples de la crianza y la manutención como un “extra” y no una responsabilidad adquirida e irrenunciable.
Bueno, ella me contaba que al recibir a su hija con el cabello lleno de nudos, sin tarea y con toppers de la escuela sucios después de una visita de fin de semana, la niña le dice que su papá “no tiene dinero para comprar acondicionador”, a lo que mi amiga le pregunta “¿y qué se hace cuando no tenemos dinero para vivir bien?”, y la niña de seis años responde de inmediato:
“TRABAJAR O VENDER ALGO, MAMI”.
Tiene seis años la niña y sabe cómo resolver mejor que el papá que es un adulto con trayectoria.
Estamos ante un panorama desolador de hombres que buscan que les toleremos todo si es que no se los solucionamos.
Y voy desde lo más simple como comprar un acondicionador de cuarenta pesos para tu hija los fines de semana, vivir con calzones agujerados si tu esposa no se da cuenta y te compra nuevos, dejar de comer porque nadie te preparó o hasta lo más violento:
los “no tengo, hazle como puedas” de los deudores cuando el niño se enferma, la imposibilidad para ir por propio pie a terapia para tratar sus traumas infantiles que sobrecargan con actitudes destructivas a sus parejas, el no involucrarse en la realidad de vida de la familia con vacunas, gastos de despensa, tareas, etc.
Vivimos una epidemia de hombres que no se resuelven ni a sí mismos y aun así se reproducen como si fueran capaces de todas las implicaciones de la crianza, y que a las primeras de cambio se desentienden y crean una cadena de violencia que afecta infancias y genera altísimos costos emocionales, económicos y sociales para las mujeres que tienen que resolver lo que ellos no pudieron… o quisieron.
Ojalá todos esos hombres no resolvedores se esterilicen, se vayan a terapia o empiecen a hacerse cargo de sí mismos, porque mientras tanto aquí estamos nosotras como eternas madres-esposas, madres autónomas, hermanas, hijas, novias, teniendo que recordarles la fecha de cumpleaños de sus hijos, sobrecargadas y explotadas por el sistema y por sus muy saludables colaboradores.
Y hermanas, soltémosles un mucho, déjenles los calzones con agujeros, que se sirvan solos su plato, enséñenles a sus hijas, madres y amigas, que la solución a los problemas masculinos radica en ellos mismos y que no se les van a caer los brazos al hacerse responsables de sí mismos y resolver… y si se les caen no sería nuestro problema.
