La triste historia de El Chapo y la actriz Kate del Castillo, se está convirtiendo rápidamente en un asunto banal, sin sentido y cumpliendo con su cometido de distractor de las masas, en un momento delicado tanto política como social y económicamente en nuestro país.
El continuo goteo de información policiaca, salpicada con el espectáculo, se han convertido en una mezcla muy redituable, tanto para los políticos como para los actores, actrices, cantantes y medios de comunicación. Todos, de algún modo, se conjugan para darle a las audiencias un show lleno de morbo y de historias de personajes, que de tanto salir en televisión y en las revistas, sienten como parte de su mundo.
Por eso no resulta extraño que personajes del mundo del espectáculo sean utilizados como vehículos distractores de temas realmente importantes como la propia inseguridad, los feminicidios, la trata de personas, la devaluación del peso frente al dólar, los aumentos continuos en el precio de los productos básicos o la caída de la imagen y aceptación del presidente Enrique Peña frente a la opinión pública internacional.
Estamos frente a uno de los casos más emblemáticos de manipulación. La historia del Chapo, uno de los más famosos delincuentes, y Kate del Castillo, una de las estrellas más representativas de Televisa durante muchos años. Ahora ella, es investigada por la Procuraduría General de la República que ha pasado primero de acusarla de obstrucción de la justicia a lavado de dinero.
La fuga y captura, así como la posible extradición del Chapo, ocupan ya un sitio en el anecdotario nacional. Kate ha saltado a la fama internacional de la mano de un hombre poderoso pero que es un delincuente. Una fama un tanto amarga.
La banalización de la política en todos sus aspectos llegó de la mano del actual presidente de México, Enrique Peña Nieto, quien comenzó su carrera hacia los Pinos, rodeándose de "famosos" del espectáculo, al grado de casarse con una actriz de escasos méritos histriónicos y de vender su vida privada a las revistas llamadas del corazón, para ganarse el voto de las masas. Y así continúa gobernando este país, que cada día se encuentra más hundido en el lodo, la miseria, la sinrazón y la corrupción.
PASOS EN FALSO
Ese viaje a Arabia Saudita y sus condecoraciones a personajes poco apreciados internacionalmente, no develan más que la profunda ignorancia que se ha apoltronado en los gobiernos de México y, como nunca, en este sexenio.
