Política

Para pan, el angelopolitano

  • Férrea Memoria
  • Para pan, el angelopolitano
  • Moisés Ramos Rodríguez

Cada vez estamos más cerca de celebrar los 500 años de la fundación de la Ciudad de los Ángeles y, poco después tendremos fiesta por el medio milenio de la producción de trigo, harina y pan en la Angelópolis.

Es sabido que, donde se fundó la urbe angélica, en Cuetlaxcoapan corrían dos ríos, el Atoyaque —que, literalmente del náhuatl en español significa “el lugar del río”— y el de aguas heladas o Alseseca, que así se traduce del nahua su nombre en castellano.

También había corrientes que fueron aprovechadas muy pronto dentro de la angelina ciudad, la más importante la del Almoloya —del náhuatl, en español “donde brota el agua”— que, vaya usted a saber por qué, los franciscanos y los primeros angelopolitanos llamaron San Francisco.

Esta última corriente, en la primera década de fundada la Ciudad de los Ángeles, en el siglo XVI, fue aprovechada para abrir el Molino —“de pan-moler”— de San Francisco, ubicado donde hoy, y casi desde hace cien años está el fraccionamiento del mismo nombre.

Siguiendo el curso del Almoloya, en Huexotitla se instaló el último de los molinos en términos de la Angelópolis que había comenzado muy pronto a producir trigo de la mejor calidad.

Era tal la producción y de tal calidad, que la harina angelopolitana fue muy apreciada desde hace más de 400 años; y el pan, que incluía los biscochos que llevaban los barcos hacia Cuba, España, Sudamérica o Asia, que dejaron de herencia la casi desaparecida torta de agua poblana; y la cemita.

El siglo XIX nos trajo una herencia panadera y pastelera francesa que pervive —Yoan Vercoustre en Cholula— y se sigue produciendo harina de trigo poblana que recuerda que la Angelópolis era “un silo central que proveía” a las provincias cercanas en el virreinato: México, Oaxaca, Veracruz y, vía Campeche a Maracaibo, Caracas y La Habana.

Hoy, entre Santa Anita y Santa María, huele a pan todo el día.

Es vesania, por decir lo menos que un panadero diga en la Roma Norte de la Gran Tenochtitlán que la harina y el pan de México…

Larga vida a la harina de trigo, el pan y la pastelería mexicanas, especialmente poblanas. Y torta, sí, de agua; cemita, de piso.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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