¿A quién le hablan los asesinos? Justo hace una semana dedicábamos este espacio al crimen contra la influencer Valeria Márquez, a quien le dispararon durante una transmisión en vivo que realizaba desde su negocio. Unos días después, el país no ve cómo asesinan a dos colaboradores de la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, pero sí asistimos en tiempo real al momento en el que el secretario de Seguridad, primero, e instantes después la Presidenta de la República, se enteran de lo sucedido durante la conferencia de prensa matutina de la mandataria. El telón de fondo de ese momento lo constituye la exposición de la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, acerca de las medidas de prevención por la vía del arte que se están desplegando para acabar de raíz con la violencia.
Si no hay certeza respecto de los perpetradores de los asesinatos de Valeria en Jalisco, ni de Ximena y José en Ciudad de México, mucho menos hay claridad en lo que se refiere de hasta qué punto los autores materiales y, sobre todo, intelectuales, planearon las escenas que llenarían los espacios mediáticos dedicados a estos crímenes. Pero el efecto que causa el atestiguar en tiempo real estas escenas da no solo para creer que fue calculado, sino que hay un objetivo detrás de ello.
Se sabe que en el caso de Valeria Márquez el asesino trató de acercarse más temprano, pero se topó con que su víctima no estaba en ese lugar. Ha trascendido también que el perpetrador del tiroteo en contra de Ximena y José los acechaba desde días atrás, presuntamente preparado para cometer el crimen en cualquier momento. Pero cuesta creer que a quien hace tanto mal le juegue tan en su favor el azar en la búsqueda de sembrar el miedo.
Buscado o no, la transmisión multitudinaria del fallecimiento de la joven jalisciense, así como la movilización en Palacio Nacional tras conocerse el resultado de los disparos en Calzada de Tlalpan, permiten a sus asesinos comunicar el horror y amedrentar al país entero mientras, paradójicamente, matan a los mensajeros.