La obra de teatro escrita en 1953 por Rafael Solana tiene un título que cobró una vigencia excepcional el día de ayer: debiera haber obispas. Al hombre más poderoso del mundo, que ha hecho del miedo una herramienta diplomática y de la exclusión su bandera de campaña, se le ha opuesto el discurso de la persona más insospechada: una mujer de la tercera edad que se mueve en bicicleta y que, para mayor sorpresa, ostenta el cargo de obispa en la Iglesia Episcopal.
A ella le corresponde la sede religiosa a cuyo servicio acudió al día siguiente de su toma de posesión el presidente de Estados Unidos. Y allí, frente a él, lo cual equivale a decir frente al mundo entero, le dedicó una plegaria. Una oración que fue la antítesis de las propuestas que ha defendido el hoy jefe de Estado.
Pocas alocuciones tan cristinas he escuchado en mi vida. A medio camino entre el Padre Nuestro y las Bienaventuranzas, la obispa le habló al líder estadunidense de esos pobres de corazón que no han podido heredar ninguna tierra: de recolectores de cosechas, de trabajadores nocturnos en los hospitales, de infancias con orientaciones sexuales minoritarias, de hijos que viven en el sobresalto de que sus padres sean deportados. Le habló, en fin, de personas que viven con temor y le instó a conducirse con misericordia.
La fuerza de su discurso no proviene de los misiles que puede desplegar, las tropas que comanda, las riquezas que posee ni la información que conoce. El poder de su dicho radica precisamente en su frágil complexión, a la que no rodea ningún tipo de protección. Es el hombre parado solo frente a los tanques en Tiananmén; es la joven que ofrece flores a los soldados.
Es la obispa que cimbró al mundo con la oración que todos debemos de recitar, la que pide que usemos el poder que tengamos para hacer el bien con misericordia. La que recuerda que hay una dignidad intrínseca por el simple hecho de ser humanos. Debiera haber obispas. Debiera haber mujeres liderando en todo tipo de profesiones para que cambien las voces, las formas y las miradas.