Tal vez usted esté ocupado este día en encontrar su casilla para ir a votar en la jornada convocada para lo que para unos es revocación de mandato presidencial y, para otros, ratificación. Quizá mejor se quedó en casa o disfruta ya del periodo vacacional. Para el caso, tenga la seguridad que está en su derecho de votar o no votar, y en su supuesto sufragio, de decidir sus preferencias. Ambas actitudes son naturalmente democráticas puesto no hay que olvidar se trata de una consulta no de una elección general, ésta lamentablemente salpicada de infracciones a la ley y promovida a lo desesperado por el aparato del gobierno federal en pleno que pasó por encima de cuanta restricción se le impuso. De cualquier forma, las consecuencias vendrán después y lo más seguro es que la continuidad del régimen está garantizada, pierda, gane o suceda lo que suceda.
Mientras tanto, entramos a una semana en la que tendrán que darse cuestiones que podrán perdurar durante mucho más tiempo y cuyos efectos han empezado a darse a partir de la estrategia seguida para que la Suprema Corte diera luz verde a la constitucionalidad de la Ley Eléctrica antes aprobada y que perfila acciones bastante concretas que amenazan de por sí a más de un centenar de empresas generadoras -en efecto muchas de ellas extranjeras-, pero que tienen como objetivo ofrecer energía a bajo costo y en un esquema de producción renovable, como las eólicas y las solares.
Para el presidente esto fue un hecho “histórico y patriota”, pese a tener una reforma integral en puerta, aunque sujeta a la aprobación del Congreso y que se ve complicada en la medida de que los partidos opositores podrían simplemente dar un severo golpe a sus propósitos si es que determinan finalmente no sumar más votos requeridos para una mayoría absoluta ante los insuficientes de los afiliados al sistema morenista. La verdad dentro de las incongruencias más extrañas, se dio el hecho de que siete ministros que votaron para declarar inconstitucional la citada ley fueran vencidos sólo por otros cuatro, -dos ministras cargadas de origen totalmente a favor del mandatario, uno más que fue requerido y captado en el camino y un presidente que se asume a golpes de pecho como independiente, pero a la vez listo para apoyar las causas presidenciales-, da qué pensar sobre espíritu de vigencia de la ley en México.
El resultado no se ha hecho esperar. Al día siguiente el gobierno federal anunció la revisión y en su caso cancelación de todo aquel contrato de generación eléctrica incompatible con los planes oficiales de otorgar toda la prevalencia de la Comisión Federal de Electricidad y el manejo discrecional y absoluto del Estado en la materia, lo que para muchos analistas del tema, incluso del gobierno de Estados Unidos, consideran será arranque de una cantidad impensada de impugnaciones legales y amparos que irán primero por las instancias locales y, luego, a las internacionales de ser preciso. Esa ola que viene no se ha visto en México y, por si fuera poco, significará la retracción de inversiones de ese sector que, sólo en el caso de las procedentes del vecino país, significarán pérdidas por unos 10 mil millones de dólares.
Sin embargo, el gobierno federal y el presidente esperan dar otro golpe mucho más letal a las empresas privadas que no se explica por qué sufren tal rechazo ya que ni todas se lograron a base de “corrupción” como alega el presidente, pero todas sí logran generar electricidad hasta un costo de la cuarta parte de la que produce la CFE.
No sabemos si mañana amanezca el presidente como triunfante de su consulta, aunque de cualquier modo se las ingeniará para parecerlo, pero lo cierto es que esto también podría influir en la toma de decisiones en el Congreso. Así ha sido quizá planeado puesto que se aceleró el proceso de la iniciativa de reforma energética pese a que hay conciencia de que morenistas y satélites no cuentan con la mayoría necesaria para una modificación constitucional. Algunos sugieren que será el PRI el que doble las manos y filtre los votos requeridos, pero bajo esa decisión podría dase el caso de que su calidad de opositor quedaría nulificada y no pocos afirman que será el paso definitivo a que cierre de plano la cortina. Si no, ¿por qué se anima el presidente a presionar por una iniciativa aparentemente destinada al fracaso? Lo sabremos, sin duda en cuestión de días.
Así, entre amenazas de totalitarismo económico y toques eléctricos, se da esta consulta inédita y, como en otras cosas, surge la duda: ¿hacia dónde nos llevan y en dónde estará el genuino valor del interés de la gente?
Miguel Zárate Hernández
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