La política del actual régimen en cuanto a combate a la corrupción está, literalmente hablando, sosteniéndose con alfileres y con riesgo de naufragar. El eje de flotación se ha visto a tal punto torpedeado que ni el discurso de la presidenta Sheinbaum por el actual titular de la Secretaría de Marina, Almirante Raymundo Pedro Morales, resultó convincente al ojo analítico que simplemente ve que una de las instituciones que gozaba de mayor prestigio se vea hoy enlodada por un hecho que se creía imposible: la corrosión de una rama de las fuerzas armadas privilegiadas. Cierto que aún queda por ver que el anterior titular de la Semar, José Rafael Ojeda Durán, tenía conocimiento pleno o alguna injerencia directa en los hechos delictivos de sus sobrinos políticos, los hermanos Manuel Roberto y Fernando Farías Laguna, pero el caso se complica ya que no se trata de simples parientes sino de unos que particularmente se vieron favorecidos con una carrera meteórica dentro de la Marina para ser merecedores a un escalafón muy alto, lo que de suyo causó malestar al interior de ese cuerpo castrense. Eran, por decirlo así, casi tratados como hijos del secretario Ojeda que ocupó ese cargo en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
Luego de haber vivido sus peores días de imagen pública, la Semar utilizó la plataforma para señalar que el asunto duele pero que será superado. A la presidenta Sheinbaum no le quedó -otra vez- sino apechugar y, en atención a los designios de Palenque, defender a diestra y siniestra la honorabilidad de quien fuera secretario de los más dilectos en el gabinete de AMLO. Y para que no se olvide, el tema no es algo menor. A partir del decomiso de nada menos que 10 millones de litros de huachicol que llegó al puerto de Tampico, fue el inicio de una investigación en la que ya hay una quincena de detenidos y que, de nuevo entrando a su léxico, todavía parece haber un “mar de fondo” en lo sucedido.
Las causas de este hecho, así como la de otros casos, entraña, huele mucho a una colusión inevitable entre las altas esferas y los que ven la cancha libre para actuar con impunidad, ser corrompidos por la ambición y luego corromper a otros para terminar integrando toda una red. ¿En verdad el gobierno federal no sabía nada de esto? O es una estrategia de la presidenta Sheinbaum para poco a poco desprenderse de tantas alimañas que viene arrastrando del sexenio anterior. El expresidente López Obrador, de manera intencional o no, consideró que una de las mejores formas de combatir la corrupción es eliminar civiles de los más delicados puestos administrativos, como es la Aduana, entregándoselos a militares. Con ese criterio también se entregó la construcción de obras costosísimas al Ejército y, pese a que no se ha sabido nada en este punto, la verdad es que los costos reales se han elevado tanto que mucho hacen pensar en que, o las obras están siendo mal planeadas, o han sido subcontratadas (lo que todo aparenta ser cierto o muy dudoso, como en los asuntos que manejan los hijos del expresidente), o bien también se dan casos de corrupción que hasta ahora no han sido puestos al escrutinio.
Para la llamada 4T, éste puede ser un punto de quiebre en una política enarbolada tantas veces por el exmandatario y que la mandataria actual sigue en la dialéctica pero dando golpes certeros o dejando que por sus acciones solos se hundan. Otro ejemplo, el de hacer creer que el senador Adán Augusto López realmente no supo nada de las andanzas delincuenciales de su allegadísimo titular de Seguridad cuando aquel fue gobernador de Tabasco. Hoy, Hernán Bermúdez Requena, capturado en Paraguay, se niega a aceptar su extradición a México para responder a acusaciones muy concretas como líder del grupo gansteril conocido como “la barredora”. Adán Augusto ha de estar comiéndose las uñas y tronándose los dedos ante la situación ya que no sabe a ciencia cierta hasta qué punto Bermúdez Requena pudiera decir en un ánimo de autodefensa, que su anterior jefe tenía al menos conocimiento de sus delitos. La exoneración desde el podio presidencial no ha llegado todavía y creo no alcanzará a llegar pues sigue la investigación, pero lo que es evidente es que el asunto tocó fondo precisamente por las evidencias que muestra el propio gobierno de Tabasco, lo que reflejaría que ya hay refriega entre grupos morenistas.
En este caso, como en otros, son síntomas claros de que el gobierno se corrompe como cualquier otro, son puestos en relieve casi todos los días y es tiempo que la suma ya es considerable puesto que como ejemplo: la entrega de fondos ilícitos a Pío López, los tratos ocultos de uno de los hijos de AMLO para con empresas proveedoras de PEMEX, el gravísimo asunto de SEGALMEX, y muchísimos casos más, mueven a las cúpulas del gobierno anterior de su pedestal, aunque en el discurso digan que la corrupción es cosa de los gobiernos prianistas anteriores (“maldita herencia”, dijeran), pero el hecho es que la corrupción sigue a la carta. Ya veremos si llega el momento en que la verdad aflore y la Presidenta Sheinbaum se quite tantas moscas y arañas que le siguen impidiendo generar su propio sello, poco a poco se llegará a esclarecer y tomar el timón de este barco.
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