Política

Una buena práctica

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El asilo a Evo Morales se inscribe en una de las mejores tradiciones de la diplomacia mexicana.

La política exterior mexicana siempre ha sido de puertas abiertas. Hemos recibido en asilo a miles de personas a lo largo de la historia. Por esto, en su calidad de Estado soberano y por las profundas convicciones de nuestra política exterior, el gobierno de México otorgó asilo a Evo Morales. Fiel a la doctrina Estrada y al derecho internacional, esperamos que la paz y el estado de derecho pronto sean restablecidos en Bolivia.

El asilo a Evo Morales ha provocado una intensa reacción de la derecha y de los conservadores. El debate es natural y saludable en una democracia, aunque algunos planteamientos se han alejado de la razón y se inscriben en el terreno del odio y hasta, del racismo. En su conferencia matutina del jueves pasado, el presidente Andrés Manuel López Obrador tuvo el acierto de recomendar la lectura de tres libros: El hombre que amaba a los perros, de Leonardo Padura; De viva voz: vida y obra de Gilberto Bosques, de Lilian Liberman; y La historia que viví, de Gonzalo Martínez Corbalá.

Tres textos cuya lectura dan una panorámica de esta buena práctica del Estado mexicano. Padura nos ofrece en una versión novelada del exilio y asesinato de León Trotsky, del complicado contexto internacional que va desde la Guerra Civil española hasta los momentos más críticos de la Guerra fría. Gilberto Bosques, poblano y uno de los pilares nuestra política exterior, cónsul en Marsella y País, fue quien hizo posible que miles de perseguidos por el fascismo llegaran a salvo a territorio mexicano. Las memorias de Gonzalo Martínez Corbalá describen de qué manera apoyó a cientos de integrantes y simpatizantes del gobierno de Salvador Allende, cuando fue embajador de México en Chile.

Es verdad. Más allá de la ideología, México ha dado asilo a personajes como José Martí, el libertador de Cuba; León Trotski, el comisario del Ejército Rojo y pilar de la Revolución; Rigoberta Menchú, Premio Nobel de la Paz 1992; Héctor José Cámpora, presidente de Argentina, quien se asiló en la embajada mexicana por tres años; el Shah de Irán y su familia encontraron refugio en tierras mexicana después de la Revolución Islámica; Luis Buñuel, el gran cineasta surrealista; Hortensia Bussi, esposa de Salvador Allende, o Manuel Zelaya, presidente de Honduras.

Ante los horrores de la guerra, ante la lucha entre hermanos, ante las ideologías exacerbadas de izquierda o de derecha, ante los fanatismos religioso, México ha recibido a miles de exiliados. Todos han enriquecido nuestra cultura, nuestra ciencia y han contribuido al desarrollo de nuestro país. El gobierno de México ha honrado esta política. Es verdad que el contexto nacional es complejo, nos encontramos en el primer año de la transformación del régimen y los que se oponen al cambio han asumido una estrategia de rechazo total a las iniciativas del gobierno; sin embargo, ese debate interno no debe eliminar la visión de Estado y las políticas que han dado brillo y renombre a nuestro país.

@MBarbosaMX

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Miguel Barbosa
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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