“Reportan un enfrentamiento en China (Nuevo León)”, fueron las palabras de mi jefa de información alertándome para prepararme para una cobertura más relacionada con la violencia inédita que se vivía en ese entonces en el estado del norte del país.
Para mayor seguridad, compañeros de otros medios nos poníamos de acuerdo para irnos en caravana, sabíamos en el fondo que de un enfrentamiento o un ataque de poco nos serviría pero al final nos sentíamos acompañados.
Esa tarde, en medio de un calor sofocante nos enfilamos hacia la autopista a Reynosa y a mitad de camino tal vez por el intenso calor la unidad de uno de nuestros colegas que iba con su camarógrafo se descompuso, lo que nos obligó a detener la marcha y ofrecer apoyo para el traslado varios kilómetros adelante al punto donde se había dado el encontronazo entre elementos del Ejército Mexicano y un convoy de integrantes del cártel de Los Zetas.
“Mejor llévense a mi camarógrafo para que levante imágenes, yo me quedo aquí esperando la grúa para que no le vaya a pasar nada a la unidad”, nos dijo al tiempo que en el vehículo donde me desplazaba le abría espacio a un nuevo ocupante entre equipo y personal.
Retomamos el camino y llegamos al lugar, la escena nada diferente a lo que normalmente se ve hoy, al menos 8 cuerpos tendidos, algunos a la orilla de la carretera, otros metros más adelante sobre el pavimento, que en su momento pareciera que en la refriega trataron de huir, la camioneta en la que se desplazaban con varios impactos de bala estaba detenida a media carretera… “Estos cabrones van a regresar en cualquier momento y nosotros no los podemos proteger así que ustedes saben si se quedan”, fue la advertencia de quien iba al mando de la patrulla militar, nos miramos a los ojos y dijimos “nos quedamos”.
Iniciamos el levantamiento de imágenes y obteniendo la mayor información posible para narrar los hechos, en eso el compañero que se había quedado a mitad de carretera llegó ¿Qué haces aquí? ¿Cómo llegaste? le preguntamos y solo atinó a decir… me acaban de bajar de una camioneta, me dieron un par de cachetadas y me dijeron que tuve suerte… ¡Lo habían levantado!
Y aunque esto ocurrió en 2009 es claro ejemplo que de ese infierno no hemos salido y las imágenes pueden corresponder a este año, pues todo sigue igual… o peor.
