Anoche durante el programa Cambios que conduzco cada domingo por Canal 6 tuve la oportunidad de conversar con tres de nuestras columnistas, Nancy Fonseca, Sophia Huett y Katya Morales, con quienes intercambié ideas respecto a las perspectivas que se tienen para este 2023 en diversos rubros, en un año previo, a uno que será electoral, en el que se defina de nuevo quién quedará al frente de la titularidad del Ejecutivo en nuestro país.
Tristemente llegamos a la conclusión que los dos grandes retos que tiene México y que se han ido repitiendo año con año (como aquellos propósitos que uno hace para cumplir recién iniciada una vuelta al sol), son el combate a la corrupción y el grave problema de violencia que vive México a causa de la actividad delincuencial permanente de las bandas del crimen organizado que siguen operando sin control.
Cada proceso electoral desde el 2000 y como bandera férrea en la campaña del 2018, el combate a la corrupción, el castigo a los que hicieron mal uso del dinero público, a lo que se sumó desde el 2012 devolverle al país la paz que tenía antes de la llamada guerra contra el narcotráfico vienen siendo parte del discurso de los candidato, y la promesa de campaña menos cumplida por parte de quienes llegaron al poder, en todos los niveles de gobierno, señores lo siento pero no hay excepción.
Parece que la tendencia es prometer y antes de votar en las próximas elecciones debemos de evaluar cuáles son los resultados que cada uno en su ámbito ha dado en estas dos materias, los grupos criminales, por ejemplo, requieren en algún sentido la participación de quienes gobiernan para operar libre e impunemente, ya sea por complicidad, o simplemente por omisión de otro modo no se entiende cómo es posible que con la fuerza del Estado, no se haya dado al traste con sus actividades y con ello la disminución de la violencia.
Tampoco se puede entender los niveles elevadísimos de opacidad en el manejo de los recursos y en la transparencia que deben tener los funcionarios públicos que garantice el modo honesto de vivir. Aún hay reticencias enormes pues las ganancias que se obtienen del uso de recursos públicos para el beneficio personal o de grupos sigue siendo enorme y con un castigo cuando lo hay moderado.
Parece que la seguridad y el combate a la corrupción tendrán el mismo destino este año que el propósito de bajar de peso y dejar de fumar.
Miguel Ángel Puértolasmiguel.puertolas@milenio.com