Es sorprendente cómo todos los partidos políticos en México están preocupados por su futuro en el poder y cómo es que se van a quedar con las posiciones en disputa en el proceso electoral de 2024, parece ser que eso es lo único que importa y si ponemos a todos en la balanza de atención efectiva a los problemas que tiene nuestro país nadie pasa y todos están reprobados.
Ni la oposición ni el partido en el gobierno federal han sabido responder a los ciudadanos, por ejemplo en la atención al grave clima de violencia que vive México y que ya cuenta por cientos de miles los muertos derivados de esta guerra entre grupos delictivos y decenas de miles de lesionados por los ataques perpetrados por los delincuentes. Se supone que los mexicanos votaron por alguien que no prometió el cambio (la reversa también es cambio) sino que votaron por quienes ofrecieron la transformación del país (la descomposición también es transformación) y ni lo uno ni lo otro llegó.
Es solo ponernos a pensar un detalle que me parece tan horrible como doloroso, ya existe una generación de jóvenes que hoy tienen 16 años, que no conocen otro México que no es el de la violencia, más todos aquellos que nacieron un par de años antes del inicio de la famosa guerra contra el narcotráfico que se ha mantenido sin la erradicación de los grupos delictivos que se siguen enriqueciendo por complicidad u omisión de las autoridades responsables de combatirlos.
Pero lo que nos queda claro hoy es que ningún partido político con interés en llegar a la presidencia de México y ninguno de los que dicen querer ser los candidatos a ocupar este lugar tienen la más remota idea de qué harán con este país enfermo de violencia y con una corrupción exorbitante que no deja lugar a duda de que los que están, han estado y estarán tienen el menor interés porque cambien o mejoren las cosas.
Esto tal vez es una muestra de por qué hay tal cantidad de personas que al final del día deciden abstenerse de votar cuando la oferta es pan con lo mismo, solo que en diferente presentación.