El caso de la ministra Yasmín Esquivel sin duda va más allá de un tema relacionado con el plagio de una tesis, habla del desaseo con el que se realizan muchas de las acciones del gobierno de la 4T, intentando una vez más tener el control del Poder Judicial poniendo a una “defensora de la transformación del país” en palabras del propio Presidente, cuando en realidad habría sido una leal e incondicional presidenta de la Suprema Corte a la orden de su amigo, el titular del Ejecutivo.
Por fortuna no hay nada oculto bajo el sol y hoy las acusaciones de haber obtenido su título de licenciada en derecho utilizando una tesis copiada, evitaron un daño mayor que le puede costar su carrera, pero también descarrilaron las intenciones de subyugar de nuevo a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que hasta hoy se ha mantenido si no incólume, sí alejada del totalitarismo y del amago del Ejecutivo.
No es el plagio de la tesis, es la conducta poco proba de una persona que buscaba dirigir uno de los tres poderes del Estado Mexicano, a quien su relación con el constructor favorito, José María Riobóo, no deja la menor duda que hay pago de favores y complicidades que habrían hecho daño a México, lo que trae a la mente el contubernio, ¿es esa la transformación que se quiere para México?
No es solo el hecho de haber conseguido un título por una vía ilegal, es que quien busca hacer justicia debe conducirse toda su vida por la ley, el derecho y la forma correcta de hacer las cosas, no es solo un trámite académico que puede ser calificado como fraudulento, sino la forma en la que quienes detentan el poder quieren llevar a las máximas esferas de éste a amigos y socios, no a las personas más capaces y mejor calificadas para las encomiendas que se les asignan, es poner además en tela de duda toda acción realizada por una ministra, lo cual podría generar inquietud en cientos de personas en caso de quedar invalidado su título.
De este modo queda claro que no han cambiado las cosas, y el que haya llegado Yasmín Esquivel siquiera a la terna para ser ministra, ya no digamos presidenta de la Corte, es un tema que debe preocupar y hacernos poner lupa en cada designación que venga desde la 4T.
Miguel Ángel Puértolasmiguel.puertolas@milenio.com