Es evidente que el gobierno mexicano ha sido incapaz de meter en cintura a los grupos delincuenciales que operan en el país, sobran muestras incluso de una posible constante colusión, pues de otra manera no podemos entender el crecimiento que han tenido las bandas que se dedican principalmente a la producción de drogas que no necesariamente toda es para exportación, sino que se libera una cantidad importante para la venta en nuestro territorio.
Pero resulta también iluso pensar que la solución sería permitir la intervención de Estados Unidos, pues si bien es cierto las mafias mexicanas tienen cierto control sobre las mafias norteamericanas al ser las productoras de sustancias letales y nocivas como el fentanilo, no debemos perder de vista que hay organizaciones criminales operando en el vecino país del norte y no parece que se haga mucho por parte de ellos para frenar el mercado enorme que representa el consumo de drogas.
Y vayamos un paso más allá, sin el interés de ponernos patrioteros, tampoco ha hecho mucho Estados Unidos por apoyar en el freno de la venta indiscriminada de armas al público en general, mismas que son desarmadas e introducidas como piezas metálicas a nuestro país, para luego volverlas a ensamblar y ser entregadas a los criminales que se disputan los territorios para producción, venta y distribución de sustancias ilegales y todo tipo de delitos de alto impacto.
En lugar de hablar de invasiones en el caso de Estados Unidos y de rasgarse las vestiduras en el caso de México, ya debería de hablarse de una agenda bilateral de trabajo respecto primero a la prevención en el consumo de sustancias tóxicas, por un lado; por otro, del combate a la corrupción en ambos lados de la frontera que permita acabar con el tráfico de armas y drogas, que sería más eficiente. Sin dejar de lado el trabajo vecinal conjunto para acabar con los grupos delictivos… pero parece que nadie tiene la mínima intención de hacer algo por el estilo.
Miguel Ángel Puértolasmiguel.puertolas@milenio.com