Tras la caída del priato en el año 2000 se conjugaron una serie de expectativas respecto a la llegada del Partido Acción Nacional al gobierno de la república, la vara estaba muy alta pues se habló en todo momento de un gobierno de cambio; sin embargo, el sexenio de Vicente Fox al final solo significó un cambio de formas y el reacomodo de la clase política de nuestro país teniendo como protagonistas en el poder otros rostros… y nada más.
Decepcionados los mexicanos reflejaron en la caída de votos hacia el partido en el poder su inconformidad, que no fue suficiente para impedir un segundo periodo de los panistas con la llegada de Felipe Calderón, la promesa era consolidar el cambio prometido por su antecesor y en medio de una polarización incluso al interior del albiazul de nuevo llegó el cambio solo en las formas de hacer gobierno, y de nuevo ese reacomodo de quienes siguen hoy en día disfrutando de las mieles del poder o de los beneficios obtenidos al estar en éste.
Se fue la oportunidad para el primer partido que logró llegar a la presidencia luego de los gobiernos emanados del PRI y de nuevo se experimentó con el regreso del tricolor, con la esperanza que luego del castigo hubieran aprendido la lección, pero no fue así, y vimos cómo cambiaron las formas, pero no el fondo, con un crítico retroceso en el tema de corrupción, pues tal parece que llegaron pensando que jamás regresarían, así que aprovecharon para tomar todo lo que pudieron sin importar el mínimo decoro.
Y así llegamos a la era de la 4T, donde de nuevo vemos un cambio en las formas de hacer gobierno, la comunicación es distinta, la manera en la que se conducen las políticas públicas acentuaron el asistencialismo, hoy pareciera que poco importa la transparencia, la rendición de cuentas y las buenas prácticas de gobierno que se alcanzaron en sexenios anteriores a punta de reclamos y escándalos de corrupción para mantener esa práctica de echar abajo lo poco bueno que se pudo hacer en el pasado. Las formas siguen cambiando, pero en el fondo los problemas del país siguen sin resolverse.
Ha llegado el punto en el que no me preocupa el partido en el poder… da igual, hay que fijarse bien en quién ejercerá el poder y las personas que le rodean.