Escribir es recrear, interpretar y es, en primera instancia: materializar el silencio, la intimidad, la invisibilidad, con la que ocurren las existencias, las historias de algo, de alguien.
Cuando escribimos, entramos al universo de la literatura, nos alejamos del mundo al que pertenecemos, y traemos el relato que descubrimos tras el anonimato del silencio, al territorio de la conversión a palabras.
Convertir la percepción: física, emocional, intelectual, consciente o inconsciente, en palabras, requiere intuición informada: sensibilidad más estudio, exploración, investigación, lectura literaria y académica, acudir a las expresiones artísticas, y a la búsqueda de la realidad literaria de las cosas y las causas.
La Literatura no es un espejo de la realidad, es una realidad en sí misma. Por ello el debate de lo que es o no es ficción, es debate siempre actual. Ficción no es aquello que no procede de la realidad, ni es la realidad del otro o de lo otro, Ficción es materializar mundos imaginados, primero, por el propio escritor, y luego, por sus lectores.
Percepción es una palabra que proviene del prefijo per (por completo) el verbo capere (capturar) y el sufijo tio (ción, acción y efecto). Es decir es "La acción y efecto de capturar por completo las cosas". El escritor buscará siempre llenar el espacio de ese “por completo” que sabe inalcanzable, y que el lenguaje cubre de palabras para en forma de texto, darle una forma, una imagen. Dar una imagen a lo invisible, a lo indescriptible…eso es imaginar.
Estudio, Curiosidad experimental y tiempo. Papel y Tinta. Apertura intelectual y espiritual. Sin romanticismo ni idealismo, con gozo creativo y profesionalismo. Así se aborda el barco de la escritura literaria, ese que sabemos naufragará, y escribirá la historia de sus salvamentos y hundimientos; ese barco que sobre las aguas enfrentará su viaje, podemos llamar “El barco de Teseo”.
¿De qué trata la paradoja del barco de Teseo? Lo tendrá que averiguar cada lector de estas líneas, porque ese es el objetivo que pretende la Literatura: dirigirse a exploradores tenaces: de la vida, de las ideas, de las emociones, del saber y del sentir.
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