Las tres entidades donde menos votación se registró en el ejercicio realizado el pasado domingo para la revocación de mandato son gobernadas por signos políticos distintos a Morena: Jalisco (lidereado por Movimiento Ciudadano) y Aguascalientes y Guanajuato (con gobernadores emanados del Partido Acción Nacional).
En estas entidades acudieron a las urnas menos del 10% del padrón electoral, lo que habla del sentir de la mayor parte de los electores respecto al presidente de la República en general, pero paticularmente sobre este ejercicio organizado por el Instituto Nacional Electoral (INE).
Recordemos que con base en los términos legales, para que el ejercicio dominical fuera vinculante, es decir, tuviera toda la validez y fuerza legal, era requerido un 40% de participación como mínimo, respecto del total del padrón electoral.
En ningún estado de la república se obtuvo tal nivel de paticipación, ni siquiera en el sureste, cuyas entidades encabezan el listado con mayor índice de votos.
Tabasco, la tierra natal de López Obrador alcanzó apenas 35.9% de participación. Poco más de cuatro puntos porcentuales lejos del mínimo.
Mención aparte merecen las reprobables prácticas del acarreo y el condicionamiento de los programas sociales que, a lo largo y ancho del país, medios de comunicación y partidos de oposición documentaron y cuyas pruebas estarán siendo valoradas durante las próximas semanas en las instancias electorales correspondientes.
La escasa afluencia de votantes es un claro indicador de que por más que quiera presentarse como un avance en los mecanismos de participación ciudadana, en realidad se trató de un ejercicio que surgió desde el partido en el poder y que obedece a su agenda e intereses particulares.
Está por verse si el instrumento que quedó plasmado en la ley tiene en el futuro alguna utilidad práctica.
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