Cuando se habla de tráfico de armas, se suele tener la idea del contrabando a gran escala, frecuentemente de grandes contenedores de madera, cruzando la frontera desde los Estados Unidos hacia México, para nutrir la guerra sin cuartel que libra el crimen organizado para dominar la mayor parte del territorio posible.
Mucho tiene que ver la narrativa hollywoodense que muestra a integrantes de mafias y cárteles pactando precios así como fechas y lugares para el intercambio de armas de alto poder por grandes sumas de dinero en efectivo.
Aunque ese es un retrato de una porción del problema de la alta disponibilidad de armas en las calles, la realidad es que no todos los ejemplares van a parar a las manos de los sicarios de los cárteles.
Existe otra porción que nutre a la delincuencia común, para cometer toda una serie de delitos que no por no ser de alto impacto son menos importantes, pues atentan contra el patrimonio y la integridad de la población.
En este contexto MILENIO detectó que a través de diversas redes sociales, como Facebook y plataformas de mensajería instantánea, como WhatsApp, tiene lugar la venta de armas, particularmente en grupos de la ciudad de León.
Aunque fuentes consultadas en la propia Secretaría de Seguridad y Paz, tras analizar las publicaciones, sugieren que en algunos casos se trata de artefactos de uso deportivo o de entretenimiento, empresarios dijeron a MILENIO que debe haber mayor supervisión y aplicación de la ley, para evitar que lleguen a las calles y sean usadas en la comisión de delitos.
Según las cifras oficiales, durante los últimos seis años se decomisaron más de 2 mil 200 armas, y de ellas, casi una cuarta parte eran de elaboración artesanal, siendo las más asequibles por su bajo costo.
No importa que sean de uso deportivo, de aire comprimido, o pistolas de tipo rudimentario. A la hora de un robo o asalto cumplen su función de amedrentar. Y por principios de cuentas, no deberían estar ahí.