Cuando un periodista le reclamaba a la ministra Angela Merkel por invertir tantos marcos en la educación, le contestó que “la ignorancia es más cara para el pueblo alemán”.
Y en efecto, los países más desarrollados del mundo son aquellos que han invertido con criterio prioritario, porque así conviene al futuro de sus respectivas sociedades y no a quienes pasen por el poder público.
Los gobiernos pasan pero quedan sus estudiantes que, cuando llegan a adultos, los gobernantes habrán dejado el poder… a menos de que se trate de dictadores, beneficiarios del sistema educativo que promovieron o heredaron.
Por eso es sumamente importante que el diseño y planeación del sistema educativo nacional sea realizado por especialistas no comprometidos con ideologías ajenas a la educación, instrumento para que la sociedad progrese dentro de la libertad que incluye la de emprender.
El adulto reflexivo llegará a comprender que posiblemente fue objeto de alguna manipulación del sistema educativo sostenido por el presupuesto público, como ha sucedido en algunos países.
Quienes revisan y autorizan la edición de libros de texto deben perder su trabajo por incompetentes, cuando estos contengan errores en temas de ciencias naturales y sociales, matemáticas, imprecisiones históricas, además por autorizar claro adoctrinamiento en la ideología del partido en el poder, con claras influencias de otros gobiernos “amigos”.
El problema es que la educación en México ha sido rehén y botín de la administración en turno, junto con los dos sindicatos que se pelean el control de las plazas magisteriales en cada escuela.
Lo que menos importa es crear estudiantes y futuros profesionistas con una preparación de primer nivel para que se llegue a pertenecer al grupo de potencias económicas del planeta, porque no obstante el bajo nivel en la calidad de la educación, el país ocupa el lugar 14 en cuanto a Producto Interno Bruto (PIB).
Pero la realidad es que la mayoría de los políticos y gobernantes de este país no le interesa ni conviene tener una base ciudadana porque, si así fuera, no les permitirían incompetencia ni actos de corrupción.
Mantener a la mayor parte de los mexicanos maleducados y en la pobreza (o cerca de ella) permite a los gobernantes conservar el control y evitar una rebelión, ya sea armada, política o cultural.
A eso se llama administrar la educación. Pobreza e ignorancia como método de control… si se lo permite el ciudadano educado.