Según el INEGI al cierre del presente año las cifras indican que la planta laboral llegó a los 61.303,255 personas, que representa el 54.6 por ciento de quienes están en edad laboral, pero crece el trabajo informal que llega a los 33 millones, 500 mil más que el año pasado, y el pronóstico es que seguirá incrementándose este atípico sistema de trabajo que pretende abatir costos al auto emplearse, pero a cambio de carecer de derechos y de la protección del seguro social.
Paralelamente, se están evadiendo las obligaciones laborales y el fisco no recibe el impuesto correspondiente.
Sin embargo, quien trabaja en los márgenes del derecho laboral pero de ninguna manera ilegalmente, posee ciertos satisfactores como el de ser su propio patrón, que significa que no toda persona que posee su empleo esté satisfecha, se sienta realizada y algo feliz.
Ya se han hecho mediciones que todavía no llegan a la mayoría de las empresas, sobre el llamado “clima laboral”, es decir, evaluar el grado de satisfacción por el hecho de laborar en una de ellas, resultado que ante una empresa moderna y preocupada por su personal, puede dar pie a cambios en la administración del capital humano en beneficio de mejorar ese “clima”, porque las personas merecen un ambiente propicio a la naturaleza humana que es la satisfacción de trabajar.
De otra manera, el trabajador insatisfecho experimenta estrés y contrariedad, lo que no sufre quien se autoempleó o el desempleado.
Trabajar en grupo en el mismo sitio y haciendo lo mismo, no siempre es tarea grata, especialmente si el jefe o superior no es un profesional ni se ha preparado para ser líder en el sentido administrativo.
Tener un jefe que defiende su posición “a capa y espada” ante la mínima sospecha por subordinado que tenga más méritos o potencial, crea un clima desfavorable; peor si quien ocupa el cargo está allí por razones ajenas a capacidad y experiencia.
En general, ¿qué vivencias laborales propicia la frustración a que se refiere ahora? Se enuncian algunas causas detectadas por especialistas en medir el “clima laboral“.
Juntas innecesarias sin formato, orden ni hora tope más desviación del temario. Personas ruidosas al actuar o hablar. Quienes no cooperan. Desaparición de reglas aprobadas. Quedarse tiempo extra sin previo aviso. Personal desaseado. Jefes que no te atienden por distracción en asuntos personales. Los “muy comunicativos” o consumidores de alimentos a discreción.
El que presume saber de todo. El que llega a contagiar su enfermedad. Quienes ignoran que forman equipo y se adjudican los éxitos. Jefe que no trabaja para que los subordinados tengan éxito.
