Dicen que cuando la información oficial se retrasa, el miedo avanza.
Y es que luego de los recientes hechos registrados en la Laguna de Durango, que todos conocemos, y encendió alertas entre la población, se puso a prueba la capacidad de respuesta a las corporaciones y a las instituciones de seguridad en esta situación de riesgo.
Sin embargo, más allá de estos lamentables hechos, lo que genera inquietud entre la ciudadanía, es el silencio de las autoridades.
En materia de seguridad, no solo los operativos deben ser inmediatos, sino también la velocidad y la claridad con la que fluye la información oficial.
Cuando la información no llega de manera oportuna, se abre la puerta a la especulación, el rumor y la desinformación.
Nuestra región ha sufrido profundamente la violencia, y un vacío informativo se traduce en zozobra, incertidumbre y miedo que rápidamente se extiende por las redes sociales y las conversaciones cotidianas.
Este silencio erosiona la confianza y deteriora la percepción de seguridad.
Por el contrario, cuando se informa oportunamente, no solo se demuestra transparencia y rendición de cuentas, sino que también se transmite control de la situación, coordinación y se construye confianza,.
Esta es la manera efectiva de contener la sensación de temor, de inhibir la desinformación y, sobre todo, reforzar la confianza en las instituciones de seguridad.
Como sociedad, tenemos derecho a saber qué ocurre, sin amarillismo ni sensacionalismo, pero con datos claros y fidedignos.
La información oportuna no va a debilitar a las instituciones; al contrario, las fortalece.
Comprendemos la importancia de respetar la confidencialidad de las investigaciones, pero existe una línea muy delgada entre proteger los procedimientos y el riesgo de que el silencio prolongado abra un espacio para la especulación y multiplique los rumores.
La comunicación estratégica es un pilar fundamental de la seguridad, y la reserva de información debe coexistir con la obligación de informar y dejar muy claro que el propósito de esto es tranquilizar a la población, desmentir rumores y, sobre todo, reafirmar que el estado tiene el control.
Al final, la comunicación también es una estrategia de seguridad y genera valor cuando se comunica con oportunidad.