En la 23ª de sus 48 Leyes del Poder, aconseja Robert Greene: “Concentra tus fuerzas…
Conserva tus fuerzas y energías manteniéndolas concentradas en sus niveles más elevados”.
Explica: “Ganas más buscando una mina rica y explotándola a fondo, que pasando de una poco profunda, a otra”.
Y refuerza: “Cuando busques fuentes de poder para elevarte, fíjate en el benefactor clave, como la vaca gruesa que te dará leche mucho tiempo”.
En la historia de la humanidad, podemos encontrar innumerables ejemplos en los que grandes personajes se han hecho con el poder o lo han mantenido, gracias a las alianzas que en determinado momento formaron con actores políticos más poderosos que ellos. Circunstancia muy común entre los gobernantes y personalidades prominentes de la antigua Roma, quienes para alcanzar el poder, ya sea político o militar solían cobijarse bajo el ala protectora de los grandes generales, de los tribunos y senadores y desde luego, de el emperador o gobernante en turno, mismo que a su vez, procuraba para sí el apoyo y favor de aquellos que más destacaran en sus respectivas posiciones.
En la historia más reciente, encontramos el caso de Churchill, que sabiendo que el Reino Unido no representaba un enemigo capaz de hacer frente, por sí mismo, o al lado de Francia, al formidable poderío alemán de Hitler, buscó incansablemente hasta lograrlo, que los Estados Unidos y Rusia se unieran en su favor, contra el casi indestructible enemigo.
Aquí en México, existen también incontables casos que justifican el consejo de Greene, ya sea desde la conquista, cuando Cortés, viendo sus fuerzas superadas en número por el avasallador ejército mexica y el formidable reto que constituía un asalto a la Ciudad de México Tenochtitlán, por su casi inaccesible y privilegiada ubicación, y por estar asentada en una isla en el centro de un lago; hubo de buscar el apoyo de las demás etnias existentes en los alrededores de la ciudad a conquistar, encontrándolo entre los enemigos que por esos tiempos tenía el más poderoso imperio del Nuevo Mundo y como “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”, ahora estas líneas se escriben en el idioma de Cervantes.
Otro ejemplo sin duda, lo protagoniza Ya Sabes Quién, que ha sabido cómo pocos acogerse a las vacas gordas y desecharlas cuando ya no tienen leche que ordeñarles. Así pues, de iniciar su carrera política formando parte de las filas del otrora omnipotente PRI, al no ser tomado en cuenta por la dirigencia de ese partido para representarlo en su candidatura por el gobierno de su natal Tabasco, lo abandonó, buscando y logrando el amparo de otros partidos que llegaron a tener poder en algún momento de la reciente historia política de este sufrido pero muy aguantador país, como es bien sabido sobrevivió saltando del PRD, con el que alcanzó la jefatura de gobierno en el entonces Distrito Federal, al PT, donde el partido resultó el más beneficiado con ese amasiato, hasta formar eso que llamó, MORENA, quizá con la esperanza de recibir las simpatías del pueblo bueno y sabio que en su mayoría es devoto de la Morenita del Tepeyac; consciente de que: “el que a buen árbol se arrima”, con los resultados por todos padecí… conocidos.
De tarea:
Este fin de semana se celebró en Playa de Carmen, la entrega de los prestigiosos Reed Latino Awards, en los que un servidor fue galardonado con cuatro de ellos.
Marco Sifuentes