Desde la Revolución francesa y a lo largo del siglo XX, la lucha por el reconocimiento de los derechos humanos, plasmados en leyes e instituciones, fue la lucha por distinguir entre civilización y barbarie.
Las luchas contra el esclavismo, el colonialismo y el racismo estuvieron presentes en todos los continentes y fueron causas de guerras civiles, como en Norteamérica, África y Europa.
El nazismo y el fascismo buscaron imponerse como supremacía cultural sobre el orden mundial, y de su derrota surgió el impulso renovado por los derechos humanos.
Aún fresca la sangre de la Segunda Guerra Mundial, nació la Unesco al parejo de la ONU, reconociendo que más allá de una "cultura universal" había diversidad en lenguas, costumbres, cosmogonías, religiones, razas, historia y tradiciones, que debían ser reconocidos con derechos plenos.
El reparto de los imperios mediante polígonos arbitrarios en África y Medio Oriente tuvo como objeto crear nuevas formas de dominio. El resultado: guerras tribales, raciales y religiosas, promovidas por las economías bélicas que utilizaban las diferencias locales para explotar minerales, petróleo, materias primas y seres humanos.
Para los imperios y el neocolonialismo, poco importaban los derechos humanos, incluso los más elementales, y de ahí nació una forma inédita de doble moral internacional, que hoy practican muchos Estados modernos y las trasnacionales, desvirtuando los derechos humanos y convirtiéndolos en filantropía, caridad, o haciendo de las instituciones el reconocimiento cínico de que en los países subdesarrollados el sistema de justicia no existe, ni existirá.
En 1966, hace 50 años, la ONU amplió y precisó su Declaración de 1948, integrando explícitamente mediante un Pacto Internacional el derecho de los pueblos a la autodeterminación, los derechos indígenas y las minorías; se llegó al consenso mediante ese Pacto Internacional para incluir como parte de los Derechos Humanos, los Derechos Económicos, Sociales y Culturales, así como los Derechos Civiles y Políticos.
Al amparo de estos acuerdos se dieron las luchas por los derechos civiles y contra las dictaduras militares en el siglo XX. Los inmigrantes en el mundo como consecuencia de la globalización y destrucción de las economías locales se hicieron parte de la nueva realidad mundial.
Este 10 de diciembre, a 68 años de su conmemoración, Estados Unidos a través de Donald Trump agrede amenazando, que para sobrevivir ellos tienen que hacer reversibles los derechos humanos de millones.
¿Qué hacer? ¿Comer tierra y desconocerlos? Es tarea mundial defenderlos.
www.marcorascon.org
@MarcoRascon