Poco a poco el gobierno de la República se ha apoderado de los mínimos espacios que quedaban para expresarse de manera libre, como el de la sobada libertad de expresión, que quiérase o no, arrojará graves consecuencias a los que hoy en supuesto ejercemos ese derecho.
Con la reciente aprobación de la llamada Ley de Telecomunicaciones, los hoy todavía representantes de los medios de comunicación seremos cada vez más criticados y fustigados para no ejercer conforme a los artículos 6 y 7 de nuestra Carta Magna al pleno derecho para discernir y esgrimir sobre lo que pensamos y actuamos.
Los que creemos y hemos defendido en diferentes foros y tribunas, lo que escribimos o expresamos -incluso en ocasiones donde se ha puesto en riesgo la tranquilidad física y legal del periodista- sabemos que el panorama que viene es desolador.
Por ello, a pesar de lo que digan los integrantes de Morena representados en el Senado de la República y en la Cámara de Diputados por alfiles constreñidos e incluso sobajados todavía por la fuerza e influencia de López Obrador, todas las aprobaciones que se han dado en ambos recintos camerales se convertirán, en el corto plazo, en un boomerang hasta para los propios designados del poder.
Los legisladores se lamentarán y relamerán las heridas cuando se acaben los dos sexenios en los que se han adoptado medidas draconianas que afectan al “pueblo sabio“ y a todos los integrantes de los diversos sectores sociales.
No existe lógica entre lo que exponen y luego suben de iniciativa a los diferentes parlamentos de nuestro país, entre lo que dictan los mismos diputados y senadores que han convertido las tribunas más altas del país en una constante de controversias, dislates y hasta ofensas al por mayor de la llamada oposición, PRI, PAN y MC.
Y es que nadie de Morena quiere coincidir con el pueblo pensante que se ha opuesto a los designios del partido en el poder, y que por supuesto, van en contra de lo que no le conviene a la mal llamada Cuarta Transformación.
Es una pena que ni los propios representantes del partido guinda no tengan las agallas para declararse en contra de la aprobación de la Ley de Telecomunicaciones que quiérase o no, ya arroja consecuencias negativas a casi 130 millones de mexicanos.
Empero, hoy nadie quiere convertirse en héroe del sufrido pueblo mexicano, porque en apariencia les sonríe la gloria y la fama, a la que ni el menos agraciado quiere aventarse el tiro de defender las causas más sensibles de la esencia nacional: los sufridos mexicanos.
Llegó el momento en que lo mejor es hacer un balance de las aprobaciones fast track en las que han convertido la Cámara de Diputados y de Senadores, que hoy sufren por la forma tan controversial en que se aprueban sin consenso propio decenas de leyes.
Habremos de ser testigos en los próximos tiempos, de las consecuencias irreversibles que arrojarán las leyes que hoy están en boga y en boca de diputados y senadores y algunos otros que gozan de grandes privilegios a cambio de levantar la mano y defender, a pie juntillas, legislaciones que ni ellos redactaron, menos leyeron.
Es una pena lo que hoy comete y pisotea el gobierno de la República en contra del consenso popular, en el que el derecho a la libertad de expresión hoy ya no es más una garantía que ponderábamos todos por igual, porque era un orgullo de nuestro gremio, una parte esencial de nuestra Constitución a la que estábamos acostumbrados.
Qué lamentable.