Al final, sin tanto ruido, sometido por su propia ambición y conveniencia, Martí Batres Guadarrama fue convertido por el presidente López Obrador en jefe del Gobierno de Ciudad de México, a la que ya regía desde que fue designado secretario general de la administración capitalina.
Así como el tabasqueño es capaz de ofender y difamar por su enorme víscera, también “paga” a quienes lo han defendido, aunque por momentos pareciera que las lealtades no son reconocidas por el mandatario.
Batres, quien ha hecho una carrera política paralela a la de su mentor, ha sido uno de sus alumnos más aventajados porque incluso cuando le han encargado tareas no muy ortodoxas por cumplimentar, el abogado originario de Iztapalapa ha salido airoso cuando los pronósticos eran contrarios a su desarrollo.
Para muestra, en el primer año de su desempeño como Senador de la República en la Mesa Directiva de la llamada Cámara Alta, Batres tuvo un desgaste permanente con su homólogo Ricardo Monreal –hoy con licencia porque buscará la candidatura de Morena a la primera magistratura del país- por la disputa del liderazgo de ese cuerpo colegiado.
Luego de que perdió la batalla de la reelección en la Mesa Directiva, Martí se retiró sin aspavientos y esperó a ser reconocido por su mentor por el primer desgaste público de los cientos que le propinó a Monreal a través de distintos emisarios del propio AMLO, para convertirlo en secretario general de la CdMx, brazo ejecutor de su conocida y aliada Claudia Sheinbaum.
Y a partir de ser designado titular del gobierno citadino, Batres Guadarrama le asegurará un trayecto terso a la consentida del Jefe del Ejecutivo federal, porque conoce como pocos funcionarios públicos la Ciudad de México, desde sus cotos de poder hasta las llamadas favelas mexicanas, en donde existen cientos de provocadores que al menor esfuerzo responden a la tarea que se les asigne.
Por supuesto que si al final la designación de la “corcholata” mayor recae en Sheinbaum, Martí entrará en acción con todo su equipo de golpeadores para quienes osen enfrentar a la que ya se siente incluso la sucesora de López Obrador, de tanto que ha recibido designios y recomendaciones del propio tabasqueño.
Claro está que para el equipo operativo de Sheinbaum y compañía el nombramiento de Batres era casi una obligación, toda vez que el propio Marcelo Ebrard sabe de lo importante que es tener operadores como Martí.
Con el nombramiento del hoy titular de la jefatura capitalina, López Obrador no tendrá otro desgaste, sólo el que lleva a diario desde Palacio Nacional, que le redituará mayor tranquilidad y relajamiento a solo poco más de un año que le queda al frente del Ejecutivo federal.
Así es para los que se dedican al análisis político, la pitcheada que lanzó ayer López Obrador para convertir al multicitado Martí en sucesor de la Sheinbaum fue para cerrar su círculo más cercano y ya nadie más pueda ingresar para causar cualquier desaguisado.
Notas de Trascendencia
Apenas el domingo pasado, cuando se reunieron en un hotel de Ciudad de México los aspirantes a suceder a López Obrador, Claudia Sheinbaum enseñó el músculo y reclamó de forma airada a Alfonso Durazo Montaño, gobernador de Sonora y presidente del Consejo Político de Morena, porque los seguidores de las otras “corcholatas”, Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal, le espetaron en el rostro a la consentida de AMLO, “¡piso parejo!”.
La ya jefa del gobierno de Ciudad de México con licencia no se anduvo por las ramas y de inmediato le aventó a Durazo la puya que momentos antes le habían endosado seguidores y simpatizantes de Monreal y Ebrard.
De esos pormenores, Batres Guadarrama estará al tanto para que no vuelva a enfrentar Sheinbaum los descréditos y reclamos de sus hoy todavía adversarios.
Y esto apenas comienza.