Hace unos días, la agencia Moody’s degradó de nuevo la calificación de la deuda de Petróleos Mexicanos, y la noticia pasó sin consecuencias en los mercados financieros, la razón es que la deuda de Pemex ya está en grado chatarra desde hace muchos meses. De las tres calificadoras internacionales, dos (Fitch y Moody’s) ya habían degradado su calificación, la única que aún la mantiene en grado de inversión es Standard & Poor’s, porque considera que el gobierno respaldará a Pemex y no permitirá que la empresa quiebre o entre en suspensión de pagos, aunque técnicamente el gobierno federal puede no salvarla, ya que la deuda cuando se colocó en los mercados públicos se hizo sin contener el aval del gobierno, pero la realidad es que la firma, por sí misma, no tiene cómo pagar la gran deuda que acumula.
Lo preocupante del comunicado de Moody’s es que en su análisis se destaca que la situación financiera de la empresa se ha seguido deteriorando en forma acelerada, a pesar del alza que se ha observado en el precio del crudo este año. El problema se centra en que a pesar de las inyecciones de capital en los pasados dos años, la producción se ha estabilizado y no se ha podido incrementar; desde que entró la actual administración, se le han inyectado a Pemex 17 mil millones de dólares para su operación, incluidas las inversiones en su plataforma de refinación que aún no están dando resultados.
En los próximos años Pemex tendrá que enfrentar altos pagos por vencimientos de créditos, esto le restará liquidez y el gobierno tendrá que tomar difíciles decisiones. Un camino puede ser que el gobierno (a través de aumentos de capital) le dé recursos para enfrentar sus compromisos, otro puede ser que la Federación asuma, como propia, toda o una parte de la deuda de Pemex para así darle la liquidez que requiere.
Lo anterior nos lleva a pensar que la estrategia de la petrolera no ha dado los resultados esperados, los expertos decían desde el inicio de la administración que no era buena idea crecer Pemex a niveles de producción mayores a los actuales. Recordemos que en sus mejores años extrajo cerca de 4 millones de barriles diarios, pero con el deterioro de los yacimientos, y al no haber invertido en explotación lo suficiente, ahora la producción ronda 1.7 millones de barriles al día.
Hay gente que piensa que tenemos mucho petróleo, y puede ser cierto, pero ahora sabemos que éste se encuentra en aguas de alrededor de 2 mil metros de profundidad; con todo respeto, el país no tiene ni el dinero necesario ni la tecnología para enfrentar este cometido. Además, la única manera de lograrlo es en asociación con los que tienen la tecnología y los fondos para financiar el proyecto, pero eso —por razones ideológicas— queda claro que el gobierno lo rechaza.
Lo más razonable, para que Pemex deje de ser una carga para las finanzas públicas, es redimensionarla y hacerla productiva, que es lo mismo que adecuar su estructura administrativa, financiera y de operación acorde con una petrolera que produce 1.7 millones de barriles al día.
Manuel Somoza
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