Ayer Banco de México anunció que no haría cambios a la política monetaria y, por tanto, la tasa de interés de referencia, que está en 11.25 por ciento, no sufrirá ningún cambio; además la decisión fue unánime, lo que quiere decir que la visión de los miembros de la junta de Gobierno es bastante armónica.
Banxico se adelantó a casi todos los países en el mundo en el tema de subir las tasas de interés, nuestra tasa estaba en 4 por ciento en el último trimestre de 2021 y ahí Banxico la empezó a subir; durante 2022 la llevó hasta niveles cercanos a 11 por ciento y en este año la ubicó en 11.25 por ciento.
Con lo anterior, la diferencia que existe entre la tasa mexicana y la de Estados Unidos es de 6 puntos completos o, como decimos los financieros, 600 puntos base, lo cual, por lo menos a mí, me parece que es un margen excesivo; si Banxico hubiera subido ayer la tasa, la diferencia se habría ensanchado a 625 puntos base.
Cuando volteamos a ver cuál era este margen en el pasado, les puedo decir que en promedio en los últimos diez años el colchón era de 400 puntos base, y en algunos momentos llegó a apretarse a tan solo dos puntos. Las razones para no subir la tasa son evidentes, el amplio colchón que existe ha tenido como consecuencia un fuerte impulso a nuestra moneda, que solo este año llevó al peso a revaluarse 10 por ciento respecto al dólar, pues la cotización pasó de 19.42 —el 1 de enero— a 17.45 pesos por dólar hace apenas unos días; estos dos precios significaron una devaluación de 10%, y con ello nuestra moneda empezó a generar más problemas que beneficios.
El principal de los problemas es que un peso tan fuerte lastima a los exportadores nacionales que han visto reducirse de manera dramática sus márgenes. Además, el tipo de cambio está ahí porque la tasa de interés en pesos resulta demasiado alta y afecta las finanzas públicas al incrementar de forma norable el costo del financiamiento de la deuda.
En los comentarios posteriores al anuncio oficial, Banxico dejó ver que el 11.25 por ciento actual se mantendrá durante un largo tiempo, lo que quiere decir que seguiremos teniendo un peso fuerte, pero la probabilidad de que la tasa baje sigue siempre y cuando se ratifique que la inflación va en el mismo sentido
A mí me parece que los miembros de la junta de Gobierno del Banco de México se merecen una felicitación por atreverse a tomar esta decisión; aunque había muchos motivos para hacer esta pausa, también existían elementos que decían que era mejor subir otro poquito la tasa de referencia para tratar de forzar que la inflación subyacente —que sigue muy alta— baje un poco más. En este tipo de situaciones, los bancos centrales deben buscar un equilibrio entre mantener la lucha contra la inflación y al mismo tiempo generar condiciones económicas que le permitan al país seguir creciendo, y eso es justo lo que logró Banxico.