Todos los indicadores que tenemos muestran que la economía mexicana está estancada, y es muy posible que cuando tengamos los resultados del segundo trimestre del año sean números rojos. Es preocupante que la presidenta Claudia Sheinbaum insista en decir que todo está bien; la razón de lo anterior es que, cuando no se reconocen los problemas, simplemente se está retrasando su posible solución.
Muchos aseguran que es normal que esto suceda en el primer año de cualquier gobierno, y hay algo de razón en ello; sin embargo, debería ayudar a la continuidad que los gobernantes actuales sean los mismos que, en distintos puestos, estaban en la administración anterior. Esto debería amainar, de forma importante, la inacción y facilitar el camino; no obstante, por desgracia, no sucede así.
También me llama la atención que a pesar del enorme poder político con que cuenta la Presidenta, a la fecha no se hayan presentado iniciativas que impliquen reforzar el crecimiento económico; las iniciativas sí son buenas, ni siquiera tienen que ser negociadas con una oposición hostil, misma que hoy no existe.
La Presidenta tiene el poder para impulsar todo lo que ella quiera pero, insisto, las políticas públicas a favor de que se incremente la inversión tanto pública como privada no existen. Lo único que hay en la mesa es el Plan México, mismo que hasta ahora no es más que una lista de buenos deseos, pero al cual le faltan los cómos y los cuándos, y hasta que eso no suceda no deja de ser más que un paquete de buenas intenciones.
La caída de la inversión bruta fija en el primer trimestre es preocupante, al igual que la caída en el consumo; la prácticamente nula creación de empleos formales también es un foco rojo que se debe de atender.
Lo anterior contrasta con la buena administración de recursos públicos por parte de La Secretaría de Hacienda y Crédito Público, que ha hecho un gran esfuerzo por mejorar las presionadas finanzas públicas, reduciendo el déficit fiscal y deteniendo el endeudamiento, pero eso no ayuda al crecimiento económico.
La Presidenta desestimó el informe del Banco de México, en el cual se reduce la expectativa de crecimiento de 0.6 a 0.1 por ciento, cuando ese dato debería preocuparle, ya que si no hay crecimiento los ingresos públicos no van a aumentar como se esperaba, y eso nos complicaría mucho el panorama. Es importante darle valor al crecimiento, ya que si no hay inversión, el país está condenado a no crecer y estancarse en perjuicio de toda la población, y quienes más van a perder son, para variar, los que menos tienen.
Debemos reconocer que la economía va mal, y es muy importante tomar decisiones inteligentes para darle la vuelta.