En general, todos estamos de acuerdo en que —en términos económicos— el crecimiento mundial será mejor que el año pasado, periodo en el cual casi todas las economías se contrajeron debido a la pandemia de covid-19; sin embargo, el crecimiento esperado resultará muy desigual.
Las naciones más desarrolladas, que invirtieron fuerte para palear la crisis ayudando a sus ciudadanos y empresas, tendrán una recuperación más rápida este año; el mejor ejemplo es Estados Unidos, que gastó cerca de 5 trillones de dólares (en anglosajón) en apoyos fiscales, a lo cual hay que agregar una política monetaria expansiva por parte de la Reserva Federal, que está inyectando recursos del orden de 120 mil millones de dólares mensuales desde marzo de 2020.
Se espera que esta economía crezca 7.5% este año versus una contracción de 3.5% en 2020; este año recuperará el total de lo perdido el año anterior y le sobrará otro tanto. Ya salió el PIB del primer trimestre con un avance de 6.4%, en línea con la proyección de 7.5% para 2021.
En la eurozona las cosas son diferentes, los gobiernos invirtieron el año pasado cerca de 8% de su PIB en apoyos para disminuir los efectos de la pandemia en la población, esto provocará que el año en curso tenga un rebote significativo de alrededor de 8%. El primer trimestre no fue bueno, porque los contagios crecieron mucho en diciembre, lo que los obligó a hacer cierres estrictos durante los primeros meses que afectaron el sector servicios. Al final, el PIB del primer trimestre, comparado con el anterior, mostró un retroceso de 0.6%; en abril ya se notó un rebote del sector servicios; la actividad manufacturera sigue bien, salvo por la falta de chips, necesarios para la industria automotriz, que es clave, sobre todo para Alemania.
Se espera que Asia sea la región de mejor crecimiento, impulsado por China, con una expectativa de 8.5%; India, por arriba de 10%. México puede avanzar 5% a pesar de que en el primer trimestre solo logró 0.4%. A México le ayudará el crecimiento de EU, que impulsará la exportación de automóviles y bienes relacionados, pero la parte problemática está en que no se invirtió para crecer, no se ayudó a frenar el desempleo y evitar el cierre de empresas; el gobierno tomó esa decisión para no lastimar las finanzas públicas, pero canceló las posibilidades de crecer.
El crecimiento de México se concentrará en la industria nacional enfocada a la exportación al amparo del T-MEC, pero el resto de las actividades seguirán estancadas. La construcción, turismo, hotelería, restaurantes etc. sufrirán este año. No haber invertido será la causa de que 2022, cuando ya no tengamos el apoyo del crecimiento de EU, regresemos a los magros crecimientos del 2.5%. Para que México crezca, se debe crear un ambiente propicio para la inversión privada, sin ésta estaremos condenados a vivir en la mediocridad, y la estabilidad financiera se verá comprometida si no hay crecimiento.
A pesar de lo anterior, México brillará cuando se compare con lo que sucede de Latinoamérica; acuérdense que “en tierra de ciegos, el tuerto es rey”. _
Manuel Somoza
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