La mañana del martes, Ricardo Monreal refirió a los medios de comunicación que llevaba días cabildeando con Morena y sus partidos aliados el realizar de nueva cuenta la votación para la designación del o la titular de la CNDH, lo que no necesariamente significaba reponer por completo el proceso. Sin embargo, ese mismo día, la bancada de Morena y sus aliados decidieron no realizar nuevamente la elección, tal vez porque efectivamente no les alcanzaban los votos para la mayoría calificada. Se expusieron a que Rosario Piedra tomara protesta como ombudsperson, aunque eso significara hacerlo en medio de protestas de la oposición. Si bien repetir la elección le daba un baño de certeza jurídica al nombramiento de Piedra, los antecedentes del proceso dejaban mucho que desear. Como lo dije en esta columna (31/10/19), Rosario Piedra era la favorita del presidente Andrés Manuel López Obrador para ocupar el cargo, y ahora es la titular de la CNDH.
El mismo martes Lorenzo Córdova, consejero presidente del INE, refirió que la iniciativa del diputado morenista sobre disminuir la temporalidad de su cargo de 9 a 3 años tiene una “intencionalidad de establecer un control político de la autoridad electoral”, pues, como afirma Córdova, esos tres años coincidirían exactamente con periodos electorales. Los periodos de autoridades electorales ajustados a los tiempos de quienes ocupan el poder no develan intenciones democráticas, sino de concentración y control.
Si regresamos al inicio del sexenio, la controversial elección de Alejandro Gertz Manero como fiscal General de la República se suma a la de la CNDH y a la todavía intención de meter mano en el INE. Tres instituciones que, en el orden constitucional mexicano, son reconocidas como autónomas, es decir, que entre otros aspectos no se encuentran supeditadas al poder público, más allá de que su presupuesto provenga del mismo: autonomía en sus decisiones y procesos institucionales.
Si algo podemos aprender del golpe de Estado boliviano es a valorar las instituciones que dan calidad democrática, ¿qué pasa cuando las instituciones que deben ser autónomas son controladas desde el Ejecutivo? Llegará un momento en que su legitimidad, frente a los actos del poder, sea puesta en duda. Por lo que ni la sociedad ni el propio gobierno podrán recurrir a ellas. Ejemplo de ello es que en vez de buscar que Tribunal Electoral boliviano fuera la instancia que resolviera la controversia de si hubo fraude o no, el gobierno de Evo Morales decidió echar mano de la OEA para revisar la cuestionada elección, ¿por qué fue así? Porque los antecedentes de cercanía y control del ex presidente Morales sobre el Tribunal Electoral restaban legitimidad a una eventual decisión.
¿Qué pasa con la institucionalidad desgastada? Las cifras del gobierno de Evo Morales son sorprendentes, pero su renuncia demostró que mientras los mensajes políticos del presidente sean ilegales, la población está dispuesta a llevar la ilegalidad con fuerzas armadas empoderadas: un golpe de Estado.
Hoy Monreal enciende fuego a la autonomía de la CNDH y el tema del INE terminará pasando por su escritorio en el Senado. Enciende fuego a las instituciones del Estado gobernado por quien, en su momento, las mandó al diablo. ¿Quién manda en ese infierno?
@maiteazuela