Cultura

Letras y ecos que laten en el corazón

¿Eres feliz? ¿Has hecho algo que haga feliz a otra persona últimamente? La felicidad es una mezcla curiosa de emociones: a veces suave como una brisa que pasa inadvertida, a veces intensa como un abrazo que nos cambia el día.

Muchas veces la buscamos en metas lejanas o en logros personales, pero descubrimos que está más cerca de lo que pensamos, escondida en los gestos sencillos que compartimos con otros.

Eso lo confirmé desde agosto, cuando tuve la fortuna de integrarme al voluntariado TEC “Ecos de Corazón”. Ahí, de la mano de mi compañero Ricardo Zárate, comenzamos a compartir letras, cartas y emociones cada 15 días con adultos mayores de "La Casa del Anciano”.

Lo que parecía un proyecto de escritura se transformó en un puente hacia la ternura, la memoria y la compañía. Con cada carta escrita, con cada palabra entregada, descubrimos que la literatura no solo es un refugio, sino también una forma de acariciar el alma para ambas partes.

En ese espacio nació también un intercambio muy especial: mis cartas con Enrique Romero. A través de esas páginas, el tiempo pareció detenerse y, entre líneas, descubrí que se puede construir amistad aun sin haberse dado un abrazo en persona. Fue un recordatorio de que la escritura tiene el poder de unir a quienes nunca pensaron encontrarse.

Hoy somos 15 voluntarios los que compartimos no solo historias, sino también risas, ocurrencias, reflexiones y esa pasión por la escritura que se multiplica cuando se comparte.

En cada encuentro sentimos que no solo llevamos letras a otros, sino que también recibimos a cambio algo invaluable: la experiencia de pertenecer a una red humana donde la empatía y la ternura son protagonistas.

Y lo más emocionante es que, más adelante, podremos conocer en persona a quienes hoy solo están al otro lado de la tinta y el papel.

La felicidad, lo he entendido en este viaje, no es un destino lejano. Es ese instante en que un abuelo sonríe al leer una carta. Es la emoción de abrir un sobre y encontrarse con palabras que iluminan un día gris. Es sentir que tu tiempo, tu voz y tu letra pueden sembrar un pedacito de esperanza en otro corazón.

Quizá la verdadera felicidad esté hecha de eso: de acompañarnos, de escucharnos, de decir con acciones sencillas “no estás solo”. Porque cuando compartimos lo que amamos, lo que nos apasiona, descubrimos que la alegría se multiplica.

Y ese es el mayor regalo: entender que, al dar un poco de nosotros, recibimos mucho más de lo que jamás imaginamos.


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Magda Bárcenas Castro
  • Magda Bárcenas Castro
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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