Lo natural debería ser que un ser humano experimente calidez y seguridad cuando vuelve a su hogar.
El hogar y la familia son, centro y eje a partir del cual se irradian todas las experiencias cotidianas.
Un hogar es una necesidad humana. En tiempos de cambios, de inseguridad e inestabilidad que nos toca vivir, el hogar nos ofrece a todos un lugar seguro.
Nuestra casa y nuestra familia donde más cómodos nos sentimos en el mundo, tanto de niños como de adultos. La casa y la familia determinan nuestras actitudes, conciencia y autoestima.
Un hogar sano es obviamente un ingrediente fundamental en toda búsqueda de calidad de vida. El hogar es el sitio donde aprendemos a trabajar, a jugar, a estar a gusto con nosotros mismos y con los otros.
A ser interdependientes y productivos. Más importante aún, es el espacio donde aprendemos sobre la felicidad y la plenitud.
Mucha gente no ha tenido un verdadero hogar, un ambiente cómodo donde sentirse querido y amado; donde no haya nada que temer y donde los problemas se enfrenten, en lugar de ignorarse o negarse.
Tener un hogar saludable depende en gran medida de nuestra postura. Por ejemplo, el trabajo es importante y necesario para la supervivencia, pero el lugar de trabajo no es nuestro hogar.
Un verdadero hogar es más que una simple casa bonita. La dinámica de la familia es, por supuesto, el ingrediente clave de un verdadero hogar, es decir, su calidez emocional y espiritual.
Hay muchos modos de embellecer una casa.
•Hablar y compartir momentos con los niños.
•Invitar a los amigos y permitir que sea usada como lugar de estudio o esparcimiento.
•Dejar que los adolescentes la sientan como propia, que sea su refugio (aunque se aíslen o hagan ruido).
•También utilizarla como nexo social, para cenas, reuniones comunitarias.
Esas son las cosas que hacen a una casa realmente hermosa – la gente que la vive – y esto, cuesta mucho menos que muebles de estilo, o un aparato de televisión de última generación.
¿Cómo quiere usted que sus hijos recuerden su hogar? ¿Cómo recuerda su hogar?
Seguramente como un sitio de calidez y bondad, donde la gente se reunía a gusto para hablar de las cosas que más les importaban.
Muy probablemente, sus niños se volverán adultos que crearán la misma clase de hogar que hoy conocen.
Ojalá que recuerden sus hogares como singulares espacios... para compartir el afecto y el cariño.
luisrey1@prodigy.net.mx
