Con las lluvias, las lombrices. Sólo conozco y me encanta al respecto “The Worms”, un poema de la estadunidense Carolyn Kizer (1925-2014) en el libro Cool, Calm & Collected. Poems 1960-2000 (Copper Canyon, 2001). El epígrafe es de Christopher Smart (1722-1771), de Jubilate Agno (“Regocijo en el Cordero”), un poema extraordinario que Smart escribió al parecer en un periodo de locura (entre 1756 y 1763); el único manuscrito sobrevivió apenas y milagrosamente como ejemplo de “caso clínico” (enfermedad: “manía poética”), y no fue redescubierto y publicado como poesía-poesía sino hasta 1939. El epígrafe de Smart dice: “Que Dodo se regocije con la lombriz púrpura…/ La lombriz tiene que ver con nuestra armazón./ Porque yo me regocijo como una lombriz en la lluvia”. El poema de Kizer, “Las lombrices”; lo traslado como va:
Infancia era esto:/ Caminar entre las lombrices/ Luego de una lluvia,/ Tratando de no herir/ Nada vivo:/ Muy especialmente/ No mutilar al yo/ Con cualquier tipo de muerte.
Moverse entre las lombrices/ Nacaradas y púrpura,/ Rizadas y de ópalo,/ Contentas por la acera,/ Apiladas sobre las líneas/ Del primer mapa de la infancia:/ Si pisas raya/ Le rompes la espina a tu madre,/ Si pisas grieta,/ A tu madre le rompes la espalda.
Cuida a la Madre,/ Mira por el Padre,/ Protege dedo y pie,/ Mi corazón y mi talón./ Ve de puntitas por los espacios,/ ¡No pisotees el sexo!
La vida en formas pequeñas —/ Sapos saltones, lobelia,/ Más aún, lombrices,/ Las recién nacidas—/ Nos envuelven en la infancia:/ Crecemos mientras nos movemos/ Cerca de la tierra,/ Ojos en nuestros dedos gordos.
Desmigajados, frescos,/ De muchas dimensiones,/ Los trozos de suelo/ Se aferran a una lombriz/ Cuando sale a la lluvia/ Fresca de la tierra:/ Amoratada como una mora azul,/ Expuesta como rosa,/ Vulnerable como las venas,/ Desnuda como nariz./
El olor a lombriz/ De cada comienzo,/ La sensación de que a lo nuevo/ Le pertenece todo lo que es./ Al terminarse los torrentes,/ Dios se regodea del mundo.