Carolyn Forché lo escribió en 1978 (publicado en libro, 1981) luego de un viaje a El Salvador durante la guerra civil. Muy antologado; volví a encontrármelo en el Penguin Book del poema en prosa (2019). Ya lo pienso como el reportaje más breve del mundo. Se titula “El coronel”. Va en español.
“Lo que han oído es cierto. Estuve en su casa. Su esposa trajo una charola con café y azúcar. Su hija se limaba las uñas, su hijo había salido para la noche. Había periódicos, mascotas, una pistola sobre el cojín junto a él. La luna se balanceaba descalza sobre su cable negro por encima de la casa. En la televisión había una serie policiaca. En inglés. Había botellas rotas incrustadas en los muros alrededor de la casa para ahuecar rótulas de piernas de un hombre o dejarle las manos de encaje. En las ventanas había enrejados como los de expendios de licores. Cenamos, costillas de cordero, buen vino; un timbre dorado sobre la mesa para llamar a la sirvienta. La sirvienta trajo mangos verdes, sal, un tipo de pan. Me preguntaron si disfrutaba el país. Hubo un breve comercial en español. Su esposa recogió todo. Siguieron algunas palabras sobre lo difícil que se había vuelto gobernar. El loro dijo hola en la terraza. El coronel le dijo que se callara y se retiró de la mesa. Mi amigo me dijo con los ojos: no digas nada. El coronel regresó con una bolsa para traer comestibles de la tienda. Desparramó muchas orejas humanas sobre la mesa. Eran como secas mitades de durazno. No hay otro modo de decir esto. Tomó una en su manos, la agitó frente a nosotros, la echó en el agua de un vaso. La oreja revivió ahí. Estoy cansado de perder el tiempo en tonterías, dijo. Sobre los derechos de cualquier persona, díle a tu gente que pueden irse a la mierda. Con su brazo barrió las orejas hacia el piso y sostuvo en el aire el vino que le quedaba. Algo para tu poesía, ¿no? dijo. Algunas de las orejas sobre el piso captaron esta inquina en su voz. Algunas de las orejas sobre el piso se uncieron al suelo”.
Luis Miguel Aguilar